Esto hace que, de ocho a nueve de la mañana, según explica uno de los afectados, Eduard Jaume, «la calle parezca un río, porque hace un poco de bajada». Eduard se queja de que no haya ninguna persona que vigile que los aspersores funcionen bien.
Los afectados también protestan por «la mala coordinación de los servicios del Ajuntament», ya que el propio Jaume y varios comerciantes, que ven cómo sus tiendas se encharcan fácilmente, ya han alertado a la Guàrdia Urbana.
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