Artebusca, la compañía de danza residente en Sala Russafa, dirigida por Ana Luján y Toni Aparisi, presentará en este espacio valenciano el espectáculo 'Cata, 7 lágrimas', una propuesta multidisciplinar que invita al público a participar en una cata de vino conducida por un narrador —Chema Cardeña el jueves 10 y domingo 13 y Jerónimo Cornelles el viernes 11 y sábado 12.

Mientras los espectadores van pasando por las diferentes fases de la degustación, Luján y Aparisi representan a través de la danza las diferentes emociones y sensaciones que despierta el vino. Les acompaña la música en directo del guitarrista Daniel Flors y del violinista Vicente Taroncher, inspirada también en los estímulos que la cata va realizando sobre los diferentes sentidos en cada una de sus fases, han explicado fuentes de la sala en un comunicado.

Se trata, apuntan las mismas fuentes, "de una oportunidad única de acercarse al mundo del vino desde una perspectiva novedosa y multidisciplinar en una experiencia escénica que va más allá, permitiendo que el público se involucre y sea parte activa del propio espectáculo".

Entre otros galardones, Ana Luján ha recibido Premio a la Mejor Bailarina Contemporánea por el Círculo de Críticos Británico en 2003 y Toni Aparisi el Premio Max al mejor bailarín en 2007. El espectáculo cuenta con la colaboración de Bodegas Bocopa, bodega alicantina de la que se degusta un vino blanco, uno tinto y un espumante. Cata, 7 Lágrimas se ha representado, entre otros festivales, en el londinense Spain Now.

Además, en la sala de exposiciones del centro Júlia Monclús inaugura 'Espacios irreales, espacios solitarios', una instalación que utiliza diferentes elementos situados en distintos planos para recrear un espacio, el del espectador, en el que el público es el protagonista.

Arte con butacas

En la sala de exposiciones de Sala Russafa, justo a la entrada del teatro de este centro cultural, la intervención de esta artista valenciana juega con elementos como imposibles butacas y asientos, situados a veces en lugares insólitos, así como con falsos planos para simbolizar el laberinto que supone cada persona, con sus contradicciones internas y sus diferentes puntos de vista. Un público que no es uniforme y que, como tal, nunca puede experimentar las artes escénicas bajo un mismo prisma.

La muestra de Monclús en Sala Russafa propone hasta el 20 de mayo una reflexión sobre la experiencia teatral a través de las artes plásticas.