Las flores del bien

Cuento tradicional del Líbano.
El ser humano tiene desarrollado el olfato tanto para los aromas como para los negocios. ¿Será cuestión de narices?

Joha era un extraño hombre porque, aparte de ir siempre con un burro, le gustaba ayudar a la gente, y eso es bastante raro en cualquier época. Las gentes de Beirut le contaban sus desventuras y sinsabores, y Joha los consolaba con consejos bastante acertados.

Un día que pasaba por delante de la casa del emir, Joha oyó la hermosa voz de una mujer entonando una canción. Se asomó al jardín, y al ver a Samira, la hija del emir, quedó tan embobado que el burro se le escapó. Joha fue tras él, y cuando lo encontró parecía estar sobre un charco de sangre. ¡Se llevó un buen susto! Pero pronto reparó en que el burro había pisoteado las amapolas del emir. Salieron de allí pitando, y Joha se juró a sí mismo que se haría rico y cambiaría su soledad por la compañía de Samira.

Entonces se le ocurrió una idea genial: plantó sus campos de amapolas, y con sus pétalos fabricó pintalabios para las mujeres. Fue tal su éxito que muy pronto se hizo rico y fue invitado a la casa del emir. Una vez allí, tuvo el valor suficiente de contar cómo se había hecho rico y también para pedir la mano de Samira. Al emir le hizo tanta gracia la historia que le concedió la mano de Samira y le nombró su consejero.

Muchas veces nuestra vida puede cambiar por un golpe inesperado de suerte. ¡Hay que estar preparados!

Próximo viernes: 31/Amor de madre

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