Sarkozy, Hollande y sus guiños a 6,4 millones de votos de la ultraderecha y 3,2 de Bayrou

  • La ultraderecha logró 6,4 millones de votos en la primera vuelta de las presidenciales galas y se convirtió en la tercera fuerza política en Francia.
  • Ganarse buena parte de esos votos puede hacer que Sarkozy plante cara en una segunda ronda que se le ha puesto muy cuesta arriba.
  • Hollande ha asegurado que parte de los votantes de Le Pen proceden de la izquierda.
  • Ambos han traducido el voto a Le Pen como "voto de crisis".
  • Medios franceses aseguran que la ultraderecha atrajo a votantes de todos los partidos.
  • Le Pen, por su parte, ha pedido estos días a ambos candidatos que "dejen de insultar" a sus votantes.
  • Los dos candidatos también han pedido el apoyo al centrista Bayrou.
Hollande, Sarkozy y Le Pen.
Hollande, Sarkozy y Le Pen.
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Hollande, Sarkozy y Le Pen.

El socialista François Hollande y el conservador Nicolas Sarkozy buscaron esta semana en entrevistas y mítines cortejar, cada uno a su manera, a los votantes de la ultraderechista Marine Le Pen, cuyos 6,4 millones de seguidores en la primera vuelta del pasado domingo podrían ser relevantes en la ronda del 6 de mayo. "El voto a Le Pen no es un voto contra la República porque se expresa dentro del marco de la República", defendió el presidente y candidato conservador en un mitin en Longjumeau, a las afueras de París, en rechazo a quienes sitúan el apoyo a la líder del Frente Nacional (FN) fuera del sistema.

Entre esos seguidores, que otorgaron a ese partido un máximo histórico del 17,9%, la inmigración se presenta según sondeos recientes como su principal preocupación, y ese fue uno de los temas que marcaron su discurso y que los medios consideran que será estratégico para los dos contendientes.

Más que guiños por parte de 'Sarko'

Sarkozy no ha aludido durante la campaña a una hipotética alianza con la extrema derecha, pero sí lanza mensajes que parecen pensados especialmente para atraer a su flanco a sus seguidores e invertir con ellos la tendencia del pasado domingo. "No podemos seguir recibiendo tantos extranjeros", aseguró en declaraciones concedidas a la televisión pública France 2, donde explicó que su intención es reducir a la mitad el número de foráneos llegados cada año y aprovechó para recalcar que la intención de su contrincante es "regularizar a todo el mundo".

El derecho al voto de los extranjeros en los comicios locales se presentó esta semana además como uno de los temas destacados del día, del que Sarkozy dijo que seguirá siendo "exclusivo de los ciudadanos franceses" y Hollande que, de acuerdo con su programa, será puesto en marcha a lo largo de su eventual quinquenio.

Hollande, sí pero no

El equipo del socialista en estas dos últimas semanas de campaña, según los medios, tiene ante sí la labor de convencer de que la derecha no posee el monopolio del "patriotismo", mientras que el del presidente va a insistir en su voluntad de renegociar el tratado de Schengen y de restaurar las fronteras económicas.

Ejemplo del deseo de dar "confianza" a todos los electores y de lanzar un mensaje de esperanza fue el desplazamiento de Hollande a Aisne, departamento donde con el 27,1% de los votos, apenas superó por un punto a Le Pen (26,33 %).

"Me dirijo a todos los electores y electoras. (...) No hago distinciones", señaló el candidato, quien en una entrevista al diario Libération difundida esta semana había indicado que parte del electorado de Le Pen procede "de la izquierda y debería volver a encontrarse al lado del progreso, de la igualdad, del cambio". Pero con ganas de desmentir esta supuesta caza de los votantes de la extrema derecha recalcada por los medios nacionales, el socialista quiso dejar claro que no ha cambiado ni va a modificar su política en esta segunda parte de las presidenciales. "No quiero seducir ni hacer concesiones. Los franceses quieren un presidente que mantiene su postura, no uno que cambia cada vez de propuestas", agregó en la cadena TF1 el favorito según todos los sondeos, que dijo que desde que se presentó a las elecciones ha sido "coherente y constante".

La voluntad de separarse de esa interpretación de los medios fue expresada también por el primer ministro, François Fillon, según el cual, tal y como apuntó en el telediario de Canal+, esa estrategia "no tiene ningún sentido". Para el jefe del Gobierno francés, el rol de los responsables políticos es ahora analizar los resultados de la primera ronda, encabezada por Hollande (28,63 %) y por Sarkozy (27,18 %), y "extraer las consecuencias" tanto de los mismos como del "voto de crisis" acumulado por la ultraderechista.

Le Pen atrajo a votantes de todo tipo

La líder Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, atrajo antes de la primera ronda de las presidenciales del pasado domingo a votantes que habían manifestado su intención de votar a todos sus contrincantes, y no solo al conservador Nicolas Sarkozy, indicaba un sondeo revelado esta semana por el diario Le Monde.

La ultraderechista, que logró para su partido un histórico 17,9% de los sufragios que la colocó en tercer lugar, pudo convencer a un 0,6% de personas que habían previsto decantarse por Sarkozy, una décima más de los que en un principio iban a apostar también por el socialista François Hollande. La representante del FN atrajo igualmente a un 0,4% de electores que casi un mes antes se habían pronunciado respectivamente a favor del centrista François Bayrou y del izquierdista Jean-Luc Mélenchon.

La encuesta, realizada por los institutos demoscópicos Ipsos-Logica Business Consulting, siguió a un mismo panel de 4.075 personas en la recta final de la campaña para analizar los posibles cambios en sus intenciones de voto respecto a Le Pen, Bayrou y Mélenchon.

Contrariamente a lo que se podía pensar, la extrema derecha no atrajo solamente a sus filas al electorado de Sarkozy decepcionado "a última hora", puesto que solo un tercio de quienes apostaron por ella en las dos últimas semanas habían expresado su intención de votar al presidente saliente y candidato a la reelección. El 22 de abril, según Le Monde, optó por Le Pen casi el mismo porcentaje de electores que quince días antes se había decantado por Hollande, Bayrou o Mélenchon, convirtiéndola en la candidata que más se benefició, entre los aspirantes comparados, de esa dinámica de cambio.

Le Pen pide que respeten a su electorado

Marine Le Pen pidió esta semana por carta a los dos aspirantes a la Presidencia francesa, Nicolas Sarkozy y François Hollande, que dejen de insultar a sus electores. "Dejen de insultar a millones de francesas y franceses que apoyaron mi candidatura", señaló en una misiva difundida a los medios de comunicación.

Según Le Pen, que inicia su carta con la fórmula: "¡Señores candidatos, un poco de respeto!", los sufragios a su favor no son un "grito", un "voto de crisis", de "sufrimiento" o de "desesperanza", como han señalado Sarkozy y Hollande. "No hay una parte de franceses que votan bien y otra que vota mal. No hay una parte de franceses que votan con su inteligencia y otra que vota por instinto o por reflejo, como animales", escribe Le Pen, que acusa al conservador Sarkozy y al socialista Hollande de que "sus proposiciones de campaña son muy irrespetuosas" hacia sus electores.

Para la candidata del FN el voto a su favor es un sufragio "reflexionado, construido, un voto de esperanza, de apoyo" y, en suma, "un voto de adhesión a un nuevo camino", dijo Le Pen.

3,2 millones de votos de Bayrou

Hollande y Sarkozy también buscan el apoyo del centrista François Bayrou, que obtuvo 3,2 millones de votos en la primera vuelta, en sendas misivas al político difundidas este sábado. Los dos postulantes al Elíseo han respondido a la carta enviada por el centrista, que obtuvo en la primera vuelta el 9,13 % de los sufragios y que aseguró que en función de las respuestas decidirá si da su apoyo a uno de ellos.

Tanto el presidente en ejercicio como el candidato socialista, favorito de los sondeos, abundan en los puntos comunes de su programa con el de Bayrou y destacan las diferencias de su rival. Sarkozy recuerda que comparten el compromiso de inscribir en la Constitución la regla del equilibrio presupuestario, algo con lo que no está de acuerdo Hollande, quien sin embargo señala que el rigor en las cuentas públicas figura en su programa.

El presidente saliente, que compartió con Bayrou Gobierno a principios de los 90, señala que todo su programa está dirigido a la reducción del gasto público, uno de los puntos fuertes defendidos por el centrista, y que se ha comprometido a tener déficit cero en 2016, un año antes que su rival socialista. Blanco de muchas de las críticas de Bayrou durante la campaña de la primera vuelta, Sarkozy utiliza un tono amistoso y asegura que ha trabajado siempre por la "ejemplaridad" de la vida política y que es partidario de introducir ciertas dosis de proporcionalidad en las cámaras legislativas, una de las propuestas del centrista.

Una propuesta que figura también en el programa de Hollande, quien en su respuesta a Bayrou reconoció que no es partidario de introducir en la Constitución la regla del equilibrio financiero, pero que reiteró su compromiso con el rigor presupuestario, que afrontará a través de una ley orgánica. Hollande destaca su reforma fiscal, destinada a "restablecer el equilibrio entre ciudadanos y devolver al Estado los recursos de los que ha sido privado en beneficio de intereses particulares", en una clara referencia a las medidas adoptadas por Sarkozy, según el socialista, en favor de los más ricos.

Otra de las discrepancias principales entre Hollande y Bayrou estaba en el proyecto del candidato socialista de contratar 60.000 funcionarios para la educación, un gasto que según el centrista Francia no se puede permitir en estos momentos. Hollande lo considera "un esfuerzo indispensable y justo" y asegura que su coste es similar a las rebajas fiscales derivadas de la bajada del impuesto sobre la fortuna introducida por Sarkozy.

Reitera otros puntos de su programa, como la separación de las actividades bancarias de las especulativas o la creación de una entidad pública que apoye la inversión industrial. En respuesta a las constantes críticas de Bayrou a las formas presidenciales de Sarkozy, Hollande afirma que renovará la vida política" y propondrá una ley "para moralizar la vida pública", sin descartar convocar un referéndum.

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