La silenciosa escalada de Hollande hasta convertirse en el presidente de los franceses

  • El rival de Sarkozy fue muy criticado por no detallar sus medidas anticrisis.
  • Dominique Strauss-Kahn, el que era favorito para vencer a Sarkozy, se retiró de la carrera al Elíseo tras ser acusado de violación en Nueva York.
  • Compañeros de Hollande aseguran que llevaba meses preparando su campaña.
  • Hay quien opina que no podrá aplicar políticas de izquierda como hizo Mitterrand.
  • Analistas aseguran que muchos votantes le eligen por su estilo más que por el contenido de su programa electoral.
Hollande ha superado a Sarkozy en el recuento de votos de los territorios franceses de ultramar.
Hollande ha superado a Sarkozy en el recuento de votos de los territorios franceses de ultramar.
EFE
Hollande ha superado a Sarkozy en el recuento de votos de los territorios franceses de ultramar.

François Hollande ha ganado las elecciones sucediendo a Nicolas Sarkozy como presidente de Francia y sigue la estela de su mentor, François Mitterrand. Su victoria se debe en partes iguales a la suerte y a sus habilidades políticas, apuntan expertos tal y como recogió la web de la televisión CNN.

Al igual que el gran padre del socialismo moderno francés en 1981, Hollande llega al Palacio del Elíseo, como esperanza de quienes quieren dar un golpe de timón ideológico en Francia, como reemplazo del hiperactivo mandato de un Nicolas Sarkozy desgastado por la crisis económica.

'El cambio es ahora', eligió Hollande como eslogan electoral tras el que reunir a la mayoría de los franceses dispuestos a terminar con una década de Gobiernos de derechas y meses después de imponerse en unas elecciones primarias en el Partido Socialista (PS), formación que él mismo dirigió desde 1997 hasta 2008.

Solo tres años antes, cuando abandonó el puesto de primer secretario del PS, Hollande era un hombre solitario, alejado de la primera línea política y con pocos fieles que creyeran en el resurgir del líder de la "síntesis", diputado y responsable de la región rural de Corrèze (centro).

Durante años se había esforzado por aunar las diferentes sensibilidades políticas de su formación y se había apuntado victorias en escrutinios locales, pero no había logrado un solo triunfo socialista en las presidenciales o en las legislativas en más de una década al frente de su partido.

La estocada final a su etapa como líder del aparato llegó en 2007, cuando su pareja sentimental y madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, perdió las presidenciales contra Sarkozy.

Separado de Royal y animado por su nueva pareja, a la que ha definido como la mujer de su vida, la periodista Valérie Trierweiler, Hollande se dedicó entonces a preparar su carrera hacia el Palacio del Elíseo, pivotando desde el ala más centrista del Partido Socialista.

Para ello se sometió a una gran transformación, física y personal. Amante de la buena mesa y del fútbol, perdió peso y cambió su carácter, de forma que el Hollande bromista e irónico dejó paso a un político más acorde con la idea de un presidente de Francia, serio, reposado y "normal", según su propia definición.

Antes incluso de que los escándalos sexuales y judiciales apearan de la carrera presidencial a Dominique Strauss-Kahn, entonces favorito para convertirse en el nuevo presidente de Francia, Hollande anunció su intención de ser candidato.

Falta de carisma

"No es que fuera un candidato de rebote, sino que simplemente tiene menos carisma que DSK y provoca menos antagonismo que Sarkozy. Pero eso no le hacía más débil", añade Poirier. "Su victoria se debe a sus habilidades públicas, a la suerte y al hecho de que Sarkozy ha sido masivamente rechazado por los franceses", apunta la periodista.

Quienes no están tan de acuerdo con esta opinión recuerdan que Hollande ha sabido rodearse de un buen equipo. El mayor obstáculo para su elección como presidente de Francia, según los analistas, es que a pesar de haber ido escalando puestos dentro del partido, Hollande nunca ha ocupado un cargo público a nivel nacional.

El atractivo electoral del candidato de 57 años se ha construido en torno a su talante, pero Hollande aún tiene que despejar las dudas que llegan incluso desde su propio partido sobre si tiene el carisma y la capacidad de decisión necesarios para ser presidente de Francia. Algo a lo que el propio Hollande ha contestado: "Siempre existe el riesgo de que el candidato que es elegido presidente llegue a ser o no lo que se espera de él"

"Era una elección que siempre es importante para un país, ya que tenía que optar entre dos opciones arriesgadas: repetir candidato o apostar por el nuevo al que no conoces. Es una apuesta", apuntó.

Tras cinco años de liderazgo de Nicolas Sarkozy, durante el cual la situación económica de Francia ha caído en picado, los sondeos apuntaban a que los votantes estaban dispuestos a realizar un cambio de presidente. Entre los 10 posibles candidatos a la presidencia francesa, el insulso Hollande se impuso desde el principio como el favorito, a pesar de que Sarkozy estuvo a punto de alcanzarle tras los tiroteo de Toulouse y Montauban. La ventaja de Hollande sobre Sarkozy apuntaba a que si los dos candidatos llegaban a la segunda vuelta de las elecciones, Hollande ganaría al presidente de Francia fácilmente.

Poco margen para girar a la izquierda

Dadas las estrecheces económicas que se han derivado de la crisis financiera internacional, observadores opinan que Hollande no tendrá mucho margen para hacer un cambio radical en Francia hacia la izquierda como hizo su predecesor François Mitterrand hace tres décadas. Y lo que es más, creen que muchos votantes han basado su elección en el estilo de Hollande más que en el contenido de su programa.

Pero quién puede culparles, cuando el propio Hollande ha sido criticado por negarse a detallar exactamente en qué basará su política económica, más allá de sus menciones sobre subidas de impuestos a los ricos, inversión en gasto social y creación de miles de empleos públicos.

Por ello, una de las palabras que más se escucha a la hora de describir al candidato François Hollande es "sympa", una expresión francesa que destaca su amabilidad y comprensión. Así pues, su estilo bien podría haberle dado el empujón final.

El nuevo presidente, que estudió derecho, políticas y comercio en prestigiosas instituciones como Science Po de París o la Escuela Nacional de la Administración (ENA), cuna de la mayor parte de los políticos franceses, ha trazado un programa que aúna rigor financiero y políticas de inversión para fomentar el crecimiento.

Además, ha prometido renegociar el tratado europeo de estabilidad fiscal con el objetivo de introducir más estímulos públicos. A ello suma numerosos dardos envenenados al mundo de las finanzas, al que responsabiliza de la crisis, y guiños a la juventud, al profesorado y a la función pública.

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