La música "humorística e infantil" de Mozart llega, arropada de color y canciones, a casi 3.000 niños de la Comunidad

El Auditorio impulsará una escuela para que el público de 30 a 45 años pueda aprender a acercarse a la música con "naturalidad e interés"
El Equipo De 'Ma, Me, Mi... Mozart!' Del Auditorio Miguel Delibes Y La Oscyl
El Equipo De 'Ma, Me, Mi... Mozart!' Del Auditorio Miguel Delibes Y La Oscyl
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El Equipo De 'Ma, Me, Mi... Mozart!' Del Auditorio Miguel Delibes Y La Oscyl

La música de Wolfgang Amadeus Mozart, "humorística e infantil", llegará esta semana al Auditorio Miguel Delibes de Valladolid, arropada de color y canciones, de la mano de 'Ma, Me, Mi... Mozart!', propuesta en la que participarán cerca de 3.000 escolares de educación Infantil de Castilla y León en doce sesiones.

Disfraces y colores protagonizan la ambientación de un escenario en el que cinco músicos y una cantante, componentes del equipo propio creado por el Auditorio Miguel Delibes y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León para el desarrollo de esta iniciativa, interpretan 21 fragmentos de composiciones de Mozart con muy distintos instrumentos.

De este modo, a la voz de Natalia Mota se suman una guitarra, mandolina italiana, tzouras, theremin, acordeón, trompeta con sordina, flügelhorn, clarinete bajo, violín, darbuka, bendir o glockenspiel que, en manos de Miguel Oller, José Vicente Castillo, Pilar Andrino, Jorge Arribas y María Elena Peña, recrean la música pero también el ambiente y entorno del compositor austriaco.

Así, la ejecución de extractos de 'Las Bodas de Fígaro', los conciertos y sonatas para piano, 'La Flauta Mágica', 'Pequeña Serenata Nocturna', 'Divertimento' o 'Don Giovanni', entre otros, lleva a los seis músicos a desplegar otra faceta, la interpretativa, necesaria para acercar a niños de entre dos y cinco años a Mozart.

El director musical del proyecto, el trompetista de la OSCyL Miguel Oller, el reto se consigue cuando se va "más allá de la música", por lo que los elegidos para desarrollar este proyecto, además de tocar, tienen "cierta vis escénica" que, junto a los arreglos musicales y el carácter pedagógico de la propuesta, permiten trabajar con los niños aspectos como la pulsación, la improvisación o el ritmo además del conocimiento de instrumentos no habituales en la interpretación clásica o la vida del compositor y su época.

Un concierto de piano convertido en blues

Mozart es, para Oller, la figura idónea para acercar la música a los niños por su "clara faceta humorística e infantil" aunque, a las dotes innegables del compositor, se unen aportaciones que, en forma de "guiño o broma", hacen que los seis músicos sean capaces, por ejemplo, de convertir uno de sus conciertos de piano en un blues; además, las visitas de los músicos al patio de butacas o la construcción de una cadena con pañuelos les acercan a los músicos y a los instrumentos.

Oller reconoce que, pese a las dudas iniciales, siempre apostó por el proyecto. "Algunos pueden salir con deseos de aprender y se trata de que lo pasen bien", señala antes de mostrarse convencido de que este tipo de iniciativas inducen a los niños hacia la música —"con ello conseguimos darles más opciones de formación"— pero, además, abren un "espacio de inteligencia y curiosidad" y les hace más felices.

La opción de que muchos de esos niños pudieran elegir en el futuro la música como profesión es difícil de cifrar pero lo que sí se percibe es el modo en que, a través de 'Ma, Me, Mi... Mozart!', perciben las emociones que se transmiten en cada una de las piezas que conforman el repertorio, juicio de Cristina Rodríguez, profesora del colegio vallisoletano Pablo Picasso, quien establece diferencias entre las reacciones de los niños de cuatro o cinco años y los de tres, que manifiestan sus emociones a través de movimientos de brazos o aplausos.

Sonidos de mandolina que son saltos

"Trasladan sus emociones por medio de movimientos que les invitamos a hacer con cada una de las obras: en canciones con ritmo vivo, alegre, suelen mover los brazos en alto o dan saltos", explica antes de apuntar que lo mismo ocurre con los distintos instrumentos: los punteos de mandolina son sinónimo de pequeños saltos y los aplausos, de fiesta.

La selección de piezas y los arreglos, realizados para recorrer los distintos estados de ánimo, junto al trabajo de los músicos, convierten el 'Ma, Me, Mi... Mozart!' en una oportunidad "única" para la que los niños se preparan en clase a través de guías didácticas que les acercan al repertorio por medio de ilustraciones relacionadas con Mozart, su música y su época o de vivencias corporales como danzas o masajes.

"Es cierto que lo sentido nunca se olvida porque un año después lo hemos retomado y todos conocen cada una de las obras y las propuestas que trabajamos y muchos recuerdan a los músicos que allí actuaron", explica Rodríguez, quien además esta temporada se ha responsabilizado de la formación de los 120 profesores que comparten el día a día con los niños que acudirán a los conciertos.

A ellos les ha planteado la idoneidad de realizar una planificación de modo que el niño realice descubrimientos por sí mismo y no mediante la transmisión de un adulto —"aprender sin ser enseñados"- mientras que los padres se les invita a un taller en el que se les dan pautas para escuchar y jugar con la música por medio, por ejemplo, de tapones de botella reunidos en una bolsa reconvertidos en un marcador de ritmo.

Aplausos "de verdad"

Es la naturalidad de los aplausos de este nuevo y joven público, bien diferente al que Oller está acostumbrado, la que le hacen considerar este proyecto del Auditorio y la Orquesta"toda una apuesta"; así, tras años de frac y seriedad este trompetista, que también participa en los talleres del proyecto social, concibe su labor como una oportunidad de compartir con los demás sus placeres —"aprender algo nuevo es un placer"— y, sobre todo, para divertir a la gente, algo "impagable".

Por su parte la responsable del proyecto educativo del Auditorio Miguel Delibes y la OSCyL, Silvia Carretero, subraya lo mágico que, para su pequeño público, es el espectáculo, desde la puesta en escena hasta los instrumentos y la música en directo. "La música apenas se trata en Infantil... es un soporte, no una asignatura", asegura antes de matizar que la formación de los profesores persigue que, en sus clases, Mozart sea uno más. "Queremos que siempre le tengan presente en clase".

Nuevos proyectos

Silvia Carretero ensalza la importancia de esta actividad, que en menos de una semana llegará a casi 3.000 niños que visitarán por primera vez un auditorio después, eso sí, de haber hecho los deberes: su proceso de preparación previa que, de manera "amena y cercana", les acerca a la música clásica de Mozart.

Los dos años de trabajo del área socioeducativa se saldan, en el caso del proyecto educativo del Auditorio Miguel Delibes y de la Orquesta Sinfónica, pertenecientes a la Junta de Castilla y León, con la participación de más de 30.000 niños de la Comunidad, desde Infantil hasta alumnos de conservatorios y escuelas de música y a los que pronto se unirá un nuevo grupo: el de personas entre 30 y 45 años.

Este sector de población es el próximo objetivo del área, según el gerente de la OSCyL y el Auditorio, Félix Alcaraz, quien espera poner en marcha, en un plazo no superior a año y medio, una escuela que sirva de guía para que ese público, al que en ocasiones la música se le hace "un mundo", pueda aprender a escucharla y acercarse a ella con "naturalidad e interés".

Así y con el objetivo de que nunca más se les resistan términos como 'scherzo', sonata o sinfonía, la escuela pondrá la guinda a un área, el socioeducativo, que persigue llegar desde bebés —con los talleres para ellos buscan ser referente en España— hasta personas "de cien años o más" a quienes se quiere brindar las herramientas necesarias para conocer y, sobre todo, valorar la música.

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