La cruz es el déficit de voluntarios. «En verano necesitamos más personas. Por ejemplo, hace falta gente que haga clases de catalán», explica Enric Canet, miembro del equipo directivo. La mayoría de los niños son inmigrantes y las lecciones de catalán les ayudan a integrarse en el barrio.
Lo importante en estas clases es que los niños aprendan a expresarse en catalán. Los voluntarios y voluntarias preparan debates, vídeos o canciones para que la clase sea más amena y divertida.
La actividad en el Casal empieza a las nueve de la maña y termina hacia las 17:30 horas. El voluntario puede escoger cuántas horas quiera hacer.
«No te pedimos la luna, sólo el sol», reza la última campaña del Casal.
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