La Audiencia Provincial de Madrid juzga este martes por la violación de dos prostitutas a Basilio Luis Gurrea Usera, que en 1995 ya fue condenado a 41 años de prisión por agresiones sexuales a mujeres que conocía a través de anuncios inmobiliarios de esa publicación.
Gurrea Usera, que extinguió su anterior pena en abril del pasado año, estaba en libertad en febrero de 2010, cuando el fiscal le acusa de dos robos con violencia, una violación y una agresión sexual utilizando como nuevo modus operandi el hacerse pasar por policía ante sus víctimas, en este caso prostitutas de salas de masajes.
El fiscal le pide por los nuevos delitos 32 años y cuatro meses de cárcel, mientras que la acusación particular eleva su petición a 47 años al añadir el delito de usurpación de funciones. El procesado, que tiene 49 años de edad, fue condenado en 1995 por la misma Audiencia a 41 años y nueve meses de cárcel por 18 robos a mujeres, a las que captaba con anuncios de pisos de la publicación Segunda Mano, uno de ellos con violación, y tres con agresión sexual.
En su sentencia, los magistrados acordaron entonces el internamiento del condenado en un centro psiquiátrico penitenciario al aplicarle la eximente incompleta de enajenación mental por padecer un trastorno de la personalidad que afectaba al control de sus impulsos, motivo por el que el fiscal rebajó en la vista su petición de pena de 144 a 94 años.
Placa, pistola, esposas...
Si en esas agresiones, ocurridas, entre enero y marzo de 1994, el procesado robaba y atacaba sexualmente a las víctimas, empleadas de agencias inmobiliarias, tras mostrar interés en la compra o alquiler de los pisos anunciados en la prensa, ahora se le acusa de reincidir con dos mujeres de gabinetes de masajes con las que había concertado cita a través de Internet.
La Policía Nacional detuvo al acusado el 23 de marzo de 2010, cuando supuestamente iba a cometer una tercera violación en Barcelona, aunque la investigación la inició el Servicio de Atención a la Familia (SAF) de Madrid.
Según informó entonces la Policía, Basilio Luis concertaba citas con prostitutas para mantener relaciones sexuales y, una vez en el domicilio de ellas, se hacía pasar por policía -llevaba consigo placa, pistola y grilletes falsos- y cometía las agresiones.
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