«Si se vive tan bien, por qué nadie se hace agricultor»

No es tan popular como el sindicalismo obrero, pero las organizaciones agrarias han protagonizado desde el inicio de la democracia importantes y numerosas movilizaciones en Valladolid.
Estos momentos se recogen ahora en el libro Haciendo Unión 1976-2004, de José Ignacio Falces.¿Qué busca con el libro?

Los fundadores de la Unión de Campesinos COAG tienen ya 80 años. Había que recoger sus vivencias antes de que se perdieran. Además, analiza el sindicalismo agrario desde sus orígenes.

¿Cómo ha cambiado este movimiento?

Antes eran puramente reivindicativos. Yo creo que de ahí viene el tópico de que los agricultores sólo se quejan. Ahora prestan un servicio, ayudan a los afiliados a resolver la abundante burocracia.

¿Y los problemas?

Son los mismos de siempre, pero se han adaptado a los avances de la sociedad. Los problemas de los regadíos, del gasóleo o de la patata siempre han estado ahí.

¿Es verdad que viven bien?

Todo el mundo lo dice pero, ¿por qué nadie se hace agricultor? Será por algo.

¿Al menos es más llevadero?

Eso sí, las condiciones son mejores. La maquinaria ha hecho mucho, pese a que hay que trabajar más terreno. El problema es que se sigue trabajando a la intemperie y se depende del tiempo.

¿Los agricultores acabarán siendo urbanitas?

Todos tienen familia y es muy difícil pelear con El Corte Inglés. Quiero decir que es normal que se elija estar cerca del médico, del colegio o de las tiendas. Aunque muchos prefieren vivir en el pueblo.

¿Con qué se queda del sindicalismo agrario?

Con la cercanía a la gente y la confianza.

Bio. Tiene 35 años y es historiador del Arte. Lo de la agricultura le viene de familia. Su padre era perito agrícola.

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