La Consejería de Educación, Cultura y Deporte ha publicado este martes una resolución por la que se da cuenta del acuerdo de Consejo de Gobierno por el que se declaran Bien de Interés Cultural, con la categoría de mueble, un total de veinte órganos musicales situados en varios inmuebles religiosos de Cantabria.

Entre ellos se encuentran los de la Colegiata de Santa Juliana, en Santillana del Mar; el órgando del Santuario de la Bien Aparecida (Ampuero), y el del Monasterio de Santo Toribio (Camaleño), según figura en la resolución, consultada por Europa Press.

También han sido declarados Bien de Interés Cultural, el Órgano de la Iglesia de Santa Lucía (Santander); el de la Capilla-Panteón del Marqués de Comillas; el de la iglesia de la Universidad Pontificia de Comillas; y el Órgano del Templo parroquial de Reinosa.

También figuran en la relación el Órgano de la iglesia de Santa María de los Angeles (San Vicente de la Barquera); el de la iglesia de Santa María de la Asunción (Laredo); el de Santa María de la Asunción (Castro Urdiales); el de la Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción (Santander); el Órgano del Santuario de Nuestra Señora del Soto, en Iruz (Santiurde de Toranzo); y el de la Iglesia parroquial de Novales (Alfoz de Lloredo).

Completan el listado el órgano de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (Torrelavega); el de la Iglesia de la Consolación (Santander); el de la Iglesia parroquial de Santa Eulalia, en Terán (Cabuérniga); el órgano de la capilla del Colegio de los Padres Escolapios (Villacarriedo); el de la capilla del convento de las Clarisas (Escalante); el de la capilla del convento de las Carmelitas (Ruiloba); y el órgano de la Iglesia parroquial de San Julián y Santa Basilisa de Isla (Arnuero).

Respecto a este último órgano, la resolución señala que se ha incluido porque se trata de un instrumento único en Cantabria, con una sonoridad distinta a la de cualquier otro radicado en la Comunidad Autónoma.

En concreto es un órgano de tipo romántico inglés, único en Cantabria, construido hacia 1890, en el que predominan los juegos de fondos y principales, con el contrapunto de los mordentes y la casi total ausencia de lengüetería.

Su sonido dulce y aterciopelado lo convierte en un instrumento apto para el acompañamiento litúrgico y a la vez para la interpretación de la música romántica. No obstante, la combinación de alguna de las diversas flautas y el oboe posibilita una digna interpretación del barroco europeo.

Es, según destaca la resolución, un órgano muy completo y con una sonoridad distinta del resto de los órganos de Cantabria, por lo que constituye una buena aportación a la variedad organística de la región.