Le llaman MAS. Y sí: es más humilde, más espontáneo y más simpático de lo que imaginan. ¿Que si, encima, es tan guapo como parece? Pues para qué engañarnos... Sí. Y más.
Última entrevista del día...
Uff, sí. ¡Estoy harto de oírme!
¿Qué llama más la atención de 'Lo mejor de Eva'?
La relación entre Leonor y yo. Y te lo digo: es muy fácil tener química con ella, porque no solo me gusta como actriz sino también como mujer. Y mucho, porque es un pedazo de mujer, un rock’n roll.
¿Cómo son sus personajes?
Ella es una jueza, y yo un gigoló. Pertenecen a dos mundos tan distintos que solo pueden entenderse en la cama.
¿Cómo se encarna a un gigoló?
Es difícil. Como lo es transmitir que una mujer se enamore de un tipo así, porque ellas nos ven a la legua. Un hombre se enamora en el acto, de un flechazo. Pero al revés...
¿Qué hay de usted en el papel?
Muy poco, y eso era lo más divertido. Si acaso, que él iba para nadador y una lesión lo apartó de su sueño, y a mí me pasó lo mismo. Jugaba al tenis, me lesioné en el hombro en Budapest y tuve que dejarlo.
No conocía esa historia.
Sí. Iba para tenista, pero me lesioné con 18 años y se acabó el tenis. Una putada.
Tampoco le ha ido tan mal.
Esa es la suerte... La vida tiene muchas motivaciones escondidas. Pensé que nunca encontraría nada que me llenase tanto, y ahora fíjate.
¿Cómo llegó a ser actor?
Estudié fisioterapia, y me pagaba las clases dando masajes, encordando raquetas, dando clases de tenis y como camarero en restaurantes, bares y discotecas. Era para ganar pasta, pero sobre todo para llenar un vacío. Hasta que, por casualidad, vi una clase de teatro que daba mi tía, y me gustó.
Se encontró a sí mismo, al final.
Sí. Después de todas las carencias e ilusiones rotas que me había dejado el tenis, esto me dio mucha fuerza.
¿Qué más le da la actuación?
Todo. Comprender a mis personajes me ha hecho ver que todos somos víctimas de una infancia, de la gente que te ha rodeado. También me gusta compartir vulnerabilidades, miedos o inseguridades con compañeros. No solo haces películas: también amistades.
El tenis, el teatro y, de pronto, el éxito. ¿Cómo lo llevó?
Para serte sincero, me pilló muy desprevenido. No estaba preparado: negaba que me estuviera pasando, fingía normalidad, pero es verdad que todo cambia de la noche a la mañana. En ese momento necesité serenidad, silencio, tomar distancia y relativizarlo todo. De eso se trata al final: de quitarle hierro.
La prensa, las chicas... Difícil.
Tenía 24 años, pero, por suerte, mis amigos de toda la vida me cuidaron mucho. Respecto a cómo diferenciar a la gente buena de la mala... La propia vida pone a tu lado a la gente con la que tienes que estar. Confío en mi instinto.
Ahora es una estrella del cine. ¿Y después? ¿Qué pasará?
Esa es la historia, porque esta profesión es así: de pronto estás con mucho trabajo, y después te pasas un año sin recibir una llamada. Por eso es importante tener aficiones y otras motivaciones. Sigo estudiando interpretación, me gusta mucho la fotografía, me apasiona practicar deporte... Intento buscar otras cosas, pero lo que más ilusión me hace es trabajar, y tengo suerte de poder hacerlo.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios