El Hyatt sí es Murcia

Espejo donde mirarse porque, a pesar de su cercanía, no reflejaba La Manga; el Hotel Hyatt era para todos los murcianos ejemplo de desarrollo sostenible y calidad.
Acudí este sábado a este oasis pensando en sus atractivos y, por supuesto, invitado. Me sorprendió que, como en el resto de la Región, desde sus lomas es posible jugar a adivinar las grúas cercanas, en el propio complejo. Más tiempo tuve para observar sus excelentes ascensores, ya que, junto con mis padres, me quedé 40 minutos atrapado. Un telefonillo, una pantalla táctil –desde donde no nos libramos del funeral de Rocío Jurado– y la clásica campana de alarma nos hacían prometer un rápido rescate. Nosotros, tan educados, sólo pulsamos la campanita los cinco segundos que nos pedían sin saber que a nadie molestaba porque nadie la oía. También guardamos la compostura en nuestras primeras cuatro llamadas. Diré lo que el técnico que vino desde Cartagena: «Aquí debería haber alguien de mantenimiento». Me quedé sin jamón, pero la experiencia me ayudó a ser paciente con la lentitud del servicio de la cena.
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