Xavi, Messi, Piqué, Iniesta, Puyol, Villa, Cesc... Las caras son irresistiblemente actuales, pero el tono sepia, las manchas de desgaste y las esquinas dobladas despistan al espectador, acostumbrado a ver a los héroes de un equipo que ya es histórico con los rostros digitalizados, afectados por el sudor o en posados impolutos.

Diver y Aguilar son dos fotógrafos afincados en Londres que llevan cinco años trabajando para el Barça, fotografiando al equipo para campañas publicitaria y documentando sus logros históricos bajo el mando de Pep Guardiola.

Originalmente hicieron los retratos para la Fundación FC Barcelona, con motivo de una campaña de fomento del respeto en el deporte, pero una vez lanzada la iniciativa, decidieron darle un giro artístico a las imágenes convirtiéndolas en añejos cromos de fútbol vintage.

En la colección de cromos figuran todos los jugadores del primer equipo, tanto los titulares habituales como los nuevos valores a los que da cancha y minutos Guardiola.

Diver y Aguilar encontraron la inspiración para las cándidas cartas en Allen and Ginter, una compañía tabaquera americana que en 1871 empezó a insertar pedazos de carton para proteger los cigarrillos. Poco después esos cartones asépticos pasaron a ser anuncios y más tarde todas las marcas comenzaron a producir una serie de cromos que el fumador podía coleccionar: era un aliciente para que el comprador fuera fiel a la marca.

En 1896 apareció el primer set de jugadores de fútbol, publicado por la tabaquera Marcus & Company en la ciudad inglesa de Manchester. Con el paso de los años estas series de cromos deportivos se han revalorizado y ahora son codiciadas por coleccionistas. Los jugadores aparecían en ellas con traje de calle, la discreta gorra del equipo, elegantes bigotes y caracolillos en el pelo.

Los cromos imaginarios de Diver y Aguilar recrean la emoción del personaje coleccionable con un aura de historia. Sobre los fondos, neutros, desvaídos o con manchas de luz, destacan caras que despiertan las sensaciones fuertes similares a las que generaban aquellos señores de siglos anteriores, arreglados y pasados de moda, que nunca pudimos ver jugar.