Sí, me da mucha libertad. Pero huyo de la palabra monólogo, porque está muy manoseada. Es un soliloquio donde yo lanzo frases al público y el público termina involucrándose sin hablar.

¿Se identifica con alguno de los personajes?

Nunca te identificas porque sólo hay un psiquismo. Pero sí los defiendo.

¿Qué se lleva peor, que no se rían o que rían cuando tienen que llorar?

Ninguna reacción es verdad. La risa y el llanto es la misma cosa. A veces el personaje produce tanta tensión que veo a las dos primeras filas llorando y veo gente que se ríe como válvula de escape.

Sus monólogos tienen parte de ironía, ¿Es irónica?

No. Fuera del escenario,  la ironía es dañina. Y encima del escenario no es una ironía gratuita, es un análisis de un momento social.

Sólo ha hecho una película con Almodóvar pero se le ha colgado el cartel de Chica Almodóvar ¿Los espectadores aún ven a La Agrado?

Ya nadie me ve como un personaje de Almodóvar, y quién me vea así está condenado a la estupidez. No sabe que he hecho 14 películas, que tengo una productora… Pero si eso les vale para que vayan al teatro y descubran a una actriz…

Ha dicho que no quiere volver a trabajar con él.

¿Cómo no voy a querer trabajar con alguien que me ha dado un lugar?  Pero eso no quiere decir que lo moleste para trabajar con él. Pero ni a él ni a los 12 directores con los que he trabajado. Nunca le pediría un papel, tengo mi trabajo.

Se dice que el teatro da tablas ¿El cine qué da?

A mí el cine no me ha aportado nada porque no soy una actriz de cine, hago pequeñas incursiones. Trabajar con  Almodóvar me dio el reconocimiento internacional,  pero no me abrió las puertas del cine. Y para trabajar en cine con proyectos que no me interesen… me quedo con el teatro que me lo ha dado todo, es mi vida. Me ha permitido tener una empresa y vivir muy bien.

¿Y la televisión?

No tengo interés en hacer series. Lo que veo en televisión no me gusta.