Tramposos

El Tribunal de Cuentas denuncia que determinadas consejerías establecen los criterios de adjudicación de obras después de abrir los sobres con las ofertas.
Los juegos inmobiliarios de Arroyo o de Santovenia entretienen a los corregidores, las deficiencias contables en las universidades a los rectores, el premio Atila, al alcalde... todo lo que aparece en la primera plana de los periódicos que no hace sino enmascarar el hecho fundamental de que los próceres de esta bendita tierra han perdido no sólo la idea de lo que hacen sino también  el contacto con el mundo real. Será por eso que cuando hablan (y no cuando berrean) sólo se hablan a sí mismos o, lo que es igual, a un público del que sólo esperan el voto. Ésa será también una de las razones por las que tienen tan poca credibilidad y ninguna ante sus propios ojos. Como si su tarea de hombres públicos, careciendo de ética y de fines objetivos, se hubiera tomado como fin a sí misma y, libre de toda responsabilidad, se hundiera cada día más en sus propias trampas indisolubles.
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