Al menos 29 personas han muerto y 68 han resultado heridas como consecuencia de la explosión de cuatro bombas en dos distritos mayoritariamente chiíes de la capital de Irak, Bagdad, según un balance procedente de las autoridades médicas. Posteriormente, un atentado suicida con bomba, cuyo objetivo era un grupo de peregrinos chiíes, ha dejado al menos 30 muertos y 70 heridos en el sur del país.
Por una parte, un explosivo colocado en una motocicleta aparcada y una bomba artesanal situada al borde de una carretera estallaron en el distrito de Ciudad Sadr (noreste). Ciudad Sadr es el feudo del movimiento chií Ejército del Mehdi, del clérigo Muqtada al Sadr, quien combatió en su momento a las tropas iraquíes y estadounidenses y que actualmente es un firme aliado del primer ministro, el chií Nuri al Maliki. El balance es de trece fallecidos y 32 heridos.
Posteriormente estallaron dos coches bomba en Kadhimiya, un distrito del noroeste de la capital cuya población es también mayoritariamente chií. Según las últimas cifras oficiales del departamento de salud de Bagdad, el balance es de 16 muertos y 36 heridos en Kadhimiya..
Esta serie de atentados es el peor rebrote de la violencia en Irak en lo poco que va de este año, y se registra más de dos semanas después de que las tropas de EEUU completasen su retirada de Irak y de que otra cadena de explosiones acabase con la vida de 63 personas.
"Es demasiado pronto para acusar a nadie en particular porque aún debemos aclarar algunos puntos en las investigaciones", declaró el portavoz del centro de operaciones de Bagdad, Qassim al Musaui. "Estamos en guerra con los terroristas y con los enemigos del proceso político, por lo que no nos sorprenden ni nos parecen extrañas estas explosiones, estamos acostumbrados", agregó.
Además, cinco personas han muerto y otras 20 han resultado heridas en el sur de Irak en un atentado en un puesto de control policial situado justo al oeste de Nasiriya, a 300 kilómetros al sureste de Bagdad. En un primer momento, fuentes policiales informaron de que el atentado había sido perpetrado con una bomba de fabricación casera.
La nueva oleada de atentados se ha producido en pleno recrudecimiento de la violencia religiosa, después de que el primer ministro, Nuri al Maliki, ordenase, el pasado 18 de diciembre, la detención de un vicepresidente suní, Tareq al Hashemi (al que acusa de haber organizado escuadrones de la muerte y que se encuentra actualmente refugiado en el Kurdistán iraquí), y solicitase al Parlamento el cese de su viceprimer ministro, el también suní Salé al Mutlaq.
Cuatro días más tarde, y muy pocas fechas después de la salida de las tropas estadounidenses de Irak, al menos 72 personas murieron a causa de una serie de atentados contra objetivos chiíes en Bagdad y alrededores.
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