El grupo de vigilantes en cuestión se hace llamar “la Patrulla Colilla”, y su función no es otra que hacer respetar la ley que prohíbe arrojar los pitillos al suelo.
Así pues, si uno de los 30 “agentes colilla” sorprende in fraganti a un individuo tirando su cigarro en las aceras y calzadas de Sidney, la sanción es segura.
Las multas oscilan desde los 40 euros –para una pestilente colilla apagada- hasta los 200 –para un peligroso cigarrillo encendido-.
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