Los dominicos de Valladolid recuerdan hoy a fray Antonio de Montesinos, pionero de los derechos humanos en el mundo

Se cumple el 500 aniversario del sermón libertario que el dominico pronunció en la isla de La Española en favor de los indígenas
Escultura Erigida A Fray Antonio De Montesinos
Escultura Erigida A Fray Antonio De Montesinos
JOSÉ LUIS GAGO
Escultura Erigida A Fray Antonio De Montesinos

La congregación de dominicos de Valladolid recordará hoy, 21 de diciembre, el 500 aniversario de un 'Sermón Escandaloso', el que pronunció en la isla de La Española, actual República Dominicana y Haití, fray Antonio de Montesinos, a quien se considera pionero de los derechos humanos en el mundo y que en 1511 hizo una acerada denuncia de la explotación y tropelías cometidas por los españoles con el pueblo indígena.

La intervención de Montesinos, en nombre de la comunidad de dominicos que habían llegado a esa isla un año antes, censuraba la situación de explotación en la que se encontraban los pobladores de aquellas tierras a manos de los conquistadores y tenía por cometido que los españoles abriesen los ojos y se dieran cuenta de que se encontraban ante seres humanos, hijos de Dios, y debían respetar su dignidad.

El dominico vallisoletano José Luis Gago, quien fuera director de la Cadena Cope entre 1981 y 1984, ha recordado hoy, quinientos años después, que la geografía de la expoliación de la dignidad humana sigue moviéndose y multiplicándose a lo largo de los siglos y de los países. "Los principios filosóficos, jurídicos, teológicos y evangélicos que denuncian y contradicen tales injusticias siguen en pie y en voz de muchos Montesinos. Sin embargo, 500 años no han sido suficientes para implantar, de una vez, la razón y el derecho de los más débiles".

La efeméride está siendo recordada en todas partes con congresos y actos culturales y sociales en torno a la figura de este fraile del siglo XVI. En el caso de Valladolid, los dominicos de San Pablo realizaron el domingo pasado una "experiencia" pastoral, sustituyendo la homilía tradicional por una narración dramatizada del suceso, grabada y emitida, en audio, a través de la megafonía de la iglesia.

Narración dramatizada

Para mañana, además, está previsto ofrecer a los fieles la audición de un guión con la narración dramatizada, más amplia, de lo ocurrido en la isla de La Española, donde el pueblo indígena fue objeto de explotación y maltrato por parte de los recién llegados, lo que llevó a los dominicos a denunciar en el púlpito semejantes desmanes.

La decisión fue sometida previamente a oración y discernimiento, tras lo cual la comunidad dominica, por mediación de su superior, encomendó el sermón a fray Antonio de Montesinos, quien 21 de diciembre, cuarto domingo de Adviento, tomó la palabra.

El religioso, sobre el fragmento del Evangelio que dice "Yo soy la voz del que clama en el desierto", conminó a los españoles a corregir y arrepentirse del mal trato que infligían a los naturales del país. "¿Acaso no son hombres? ¿Acaso no tienen alma racional? ¿No sois animados a amarlos como a vosotros mismos?", les gritó.

El grito de Montesinos escandalizó a los españoles y a las Cortes de Castilla. Pero, sobre todo, "fue el primer grito de libertad y dignidad que se escuchó en América y el origen de los derechos humanos en el mundo", tal y como destaca José Luis Gago.

Y es que el padre Montesinos y sus compañeros de La española dieron la primera voz de alarma; los frailes dominicos de San Pablo de Valladolid y de San Esteban de Salamanca asumieron sus argumentos y, por todos los medios, trataron de sacudir la conciencia regia secuestrada por sus contrarios.

Cada uno de estos personajes, fray Antonio de Montesinos, Pedro de Córdoba, Matías de Paz, Bartolomé de Las Casas...constituía un eslabón de la larga cadena que iba a contar con el magnífico broche de fray Francisco de Vitoria, iniciador y máximo exponente de la Escuela de Salamanca, que completó y desarrolló sus ideas.

Les siguieron en esta escuela, entre otros, Domingo de Soto, Juan Ginés de Sepúlveda, Bartolomé de Las Casas, Melchor Cano, Carranza y el jesuita Francisco Suárez.

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