Eran las ocho de la mañana de ayer cuando un tremendo estruendo despertó a la familia Martínez y al resto de habitantes de un bloque de la calle Molinos Alta. Una grúa que trabajaba en la demolición de un edificio contiguo derribó por error la pared del pasillo de la cuarta planta. «Estaba dormida, escuché un ruido tremendo y cuando salí de mi habitación, los escombros me llegaban por la rodilla», dice María Martínez. Un error humano del gruísta –«será porque es lunes de resaca de Feria» según María– provocó que su casa, y ella en camisón, quedaran al descubierto y con unas maravillosas vistas al Plan Renfe. Aún así, la estructura del edifico no ha quedado dañada. Ayer por la tarde algún operario de la empresa encargada del derribo se afanaba en tapar el tremendo agujero «para que por lo menos esta noche no tengamos que dormir al descubierto».