Carne de verano

Se acerca el día de la Región y, con él, la línea sutil que marca el comienzo del largo verano murciano y, a partir de ese momento, la mala conciencia que durante el invierno, con sus fiestas de guardar, ha alimentado nuestros queridos michelines.
Los centros de belleza y estética afilan sus uñas dispuestos a hacer su agosto en junio. Ya se sabe que la estética no es en tiempos de fragilidad moral la también llamada filosofía del arte, a la que se dedica mi santo, sino la esteticién: el pulido de uñas, el arranque masivo de pelos en piernas y axilas y los inútiles masajes paliativos sobre las zonas de celulitis. Pues bien, colegas de penas y amarguras, os propongo para hoy una revolución veraniega: no más mujeres-bicicleta, no más vergüenza ni mala conciencia por lucir en el estío lo que con tanto afán hemos acumulado en el invierno. Así como los viejos anarquistas tomaban fincas al grito de «¡La tierra para quien la trabaja!», tomemos nosotras playas y piscinas al grito de «¡La carne para quien la alimenta!», lo que no significa, querida, que te líes con tu carnicero.
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