Alumbrado público que se enciende a medida que anochece, contenedores de basura que avisan cuando están llenos, semáforos para invidentes... son ejemplos de cómo las ciudades avanzan hacia el futuro.
No sólo se trata de aplicar las nuevas tecnologías, sino de ser más eficientes y sostenibles, principales temas de debate en el primer Smart City Expo & World Congress, que Barcelona acoge hasta el viernes y que reunirá a más de 300 ponentes y 6.000 expertos. Las mejoras pasan por la centralización de datos, recogidos on line por sensores, sobre la movilidad de las personas, el consumo de agua y energía o el estado de las infraestructuras.
Con esa información es posible mejorar la gestión. Por este motivo, en el marco de los Urban Lab, el Ajuntament de Barcelona cede calles del 22@ y edificios municipales a empresas para que prueben nuevas tecnologías que pueden serles útiles. Las farolas en LED y con sensores, entre otros, de presencia y contaminación, o la lectura telemática de contadores de gas, luz y agua que se realiza en 150 viviendas de tres bloques, son algunos ejemplos.
La Guàrdia Urbana también colabora probando dos motocicletas eléctrico-solares, que llegan a los 70 km/h, aunque la Policía Local de Terrassa dispone de cinco ciclomotores eléctricos que rozan los 120. La crisis también ha afectado al sector. Por esta razón, el Consistorio aboga por la colaboración público-privada, sobre todo cuando es necesaria una inversión inicial.
Una muestra es la transformación de La Marina del Prat Vermell donde, a cambio de una concesión, una empresa construye una red para suministrar frío residual de la regasificadora del Port, y calor, que se obtendrá de una central de biomasa, que funcionará con los restos de Parcs i Jardins.
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