Antiguamente salían un poco más arriba, desde la plaza de Cánovas del Castillo (Centro), y su uso se asociaba a los ambientes más marginales. Pero hoy en día las cundas, o los 'coches de la droga', que usa todo aquel que quiera dirigirse a la Cañada Real (el gran supermercado de la droga en la capital), estacionan en la glorieta de Embajadores y sus conductores y clientes son ciudadanos comunes, de todas las edades y clases sociales.

Aún así, el destrozo que ocasionan a la convivencia en el barrio es más que evidente. "Cada día se concentran en la zona unas 400 personas para usar este transporte. Muchos comercios han tenido que cerrar víctima de los robos. Hasta las tiendas de chinos se han visto afectadas. Los conductores ya no son yonquis. Pero da igual, siguen delinquiendo y tienen broncas entre ellos, orinan en la vía pública, dejan todo lleno de papelinas...", explica Virgina García, portavoz de la Plataforma Recuperemos Embajadores.

Esta asociación, creada con el ánimo de acabar con estos 'taxis de la droga', lleva desde septiembre recogiendo firmas cada jueves y concentrándose una vez al mes para conseguir su propósito. Este mismo domingo organizaron un desayuno colectivo con el que reunieron 450 firmas para enviar una carta al presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy; a la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y al alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón.

"Queremos que tomen medidas urgentes para acabar con la degradación del barrio, que desde hace diez años permanece secuestrado por los cunderos y los toxicómanos", afirmaba un comerciante de la zona que asistió al acto.

Para la Policía, encarcelar a los cunderos no es tarea fácil. Un agente del Cuerpo asegura que el nuevo perfil del mismo no tiene nada que ver con el de hace una década: "Antes eran drogodependientes que circulaban con coches destartalados y fácilmente reconocibles. Hacer un viaje puede costar entre 20 y 40 euros. Algo muy tentador en épocas de crisis. Son personas normales y corrientes, no necesariamente vinculadas con el mundo del narcotráfico. Los turismos en los que van tienen todos los papeles en regla y, si se les incauta algo de droga, suele ser la cantidad mínima para alegar autoconsumo. Es muy difícil luchar contra eso", asegura.

"Combatir a los cunderos es complicado, pero se pueden ejecutar otras tareas intimidatorias, como instalar controles de alcoholemia y de estupefacientes. Así consiguieron que las cundas abandonaran la fuente de Neptuno y se trasladaran hasta aquí. Deberían llevarlas a otra zona donde no molestaran. Embajadores es, junto con Puente de Vallecas, los únicos puntos de Madrid en los que estacionan y trapichean con sus negocios", relata.

"Están aquí las 24 horas del día, sobre todo los fines de semana, y molestan demasiado. Dejan jeringuillas y basura por la zona y es fácil que provoquen accidentes de tráfico", avisa uno de los muchos residentes que acudió ayer la concentración. "¿Quién va a salir con los hijos a la calle con un panorama así?", se pregunta.

Pese a que los movimientos de cundas se registran en el barrio desde hace diez años, estos últimos meses la situación ha empeorado, según los vecinos, lo que les ha empujado a manifestarse semanalmente, todos los jueves, en la glorieta de Embajadores. Un ejemplo es la calle de Alonso del Barco, rebautizada por los residentes como Alonso el Narco, debido al continuo trasiego de cunderos en la vía, una de las más afectadas de la zona.