El acusado de apuñalar a un indigente en el polígono de Candina en noviembre de 2009, A.R., declaró este lunes que el fallecido era su amigo y que nunca quiso matarle. En la primera sesión del juicio con jurado, que se celebra en la Sección Primera de la Audiencia, los agentes de la Policía Local que acudieron al lugar de los hechos han testificado que el acusado les confesó que había "pinchado" a la víctima porque "habían discutido", extremo que A.R. negó asegurando que es "mentira".

El acusado, de nacionalidad lituana, declaró que tanto él como la víctima estaban "borrachos" y explicó que el fallecido le propinó dos puñetazos porque se negó a darle dinero para tabaco, ante lo cual sacó un cuchilló que llevaba escondido en la cazadora, pero no con la intención de matarle sino para "asustarle y parar su agresión". A.R. aseguró que le quiso "dañar en el brazo" para evitar que le siguiera pegando pero entonces la víctima hizo "un movimiento muy brusco" y el cuchillo "no pasó por encima del brazo sino por debajo", clavándose según consta en las diligencias a la altura del corazón.

Frente a la versión del acusado, que estuvo asistido por una intérprete, tanto el fiscal como la acusación particular defienden que no hubo agresión previa justo antes del apuñalamiento, teoría que a juicio del fiscal se pone de manifiesto en un DVD que justamente se estaba grabando en ese mismo momento en el lugar de los hechos y que se ha exhibido parcialmente varias veces durante el juicio.

Esta peculiar prueba es una especie de videoclip de un grupo de hip-hop que se estaba grabando aquella noche y en el que al fondo de la imagen, se aprecia, según el fiscal, "cómo el acusado apuñala a G.F. y éste cae", pero "no se ve la agresión". Sin embargo, el atestado de la policía señala que el DVD "no permite concretar los hechos con exactitud".

La Fiscalía pide para el acusado 12 años de prisión por un delito de homicidio y una indemnización de 100.000 euros para la madre del fallecido, que ejerce la acusación particular. A priori, la Fiscalía considera que no concurren circunstancias atenuantes. De hecho, parte de las preguntas del fiscal a los policías han estado orientadas a determinar el estado de embriaguez del acusado, que ha declarado que ese día bebió una botella de vino para comer y por la tarde tres vasos de whisky con la víctima y varios transeúntes más que este martes declararán como testigos.

Por su parte, la acusación particular pide 17 años y seis meses por un delito de asesinato y una indemnización de 90.000 euros, al entender que existió alevosía. Según su versión, "la discusión ya había acabado y fue después cuando el acusado acudió a su coche, cogió un cuchillo de 20 centímetros, lo escondió en su ropa y acudió al encuentro de la víctima, le invitó a que acudiera con él a su vehículo y unos metros antes de llegar se lo clavó a la altura del corazón de una forma repentina e inesperada", por lo que el fallecido "no pudo defenderse".

El acusado niega en todo momento que fuera a por el cuchillo después de la discusión, y la defensa ha mostrado su "disconformidad" con las calificaciones de la Fiscalía y la acusación particular, asegurando que en la acción de A.R. "no había intención de matar ni causar ningún daño".

"Lo que se juzga no es el resultado; no se juzga si una persona mató a otra sino la intención", explicó el abogado defensor a los miembros del jurado popular, a la vez que pidió que la declaración del acusado ante la Policía Nacional se anule como prueba porque no se puso a su disposición un intérprete. CONTRADICCIONES

A lo largo de esta primera jornada -el juicio continúa este martes a partir de las 9.15-, se han producido varias contradicciones entre lo dicho por el acusado y los policías que han declarado como testigos (cuatro de la Policía Local de Santander y tres de la Policía Nacional). A.R. declaró que tiró el arma junto al coche en el que dormía, mientras que los agentes encontraron el arma detrás de unas vallas metálicas y tuvieron que saltar para recuperarla.

El acusado presupone que la víctima utilizó un puño americano porque el segundo puñetazo que le propinó le "destrozó la nariz" y desde entonces tiene "problemas respiratorios" de los que va a ser operado en Valdecilla.

Sin embargo, los agentes afirmaron que no había señales de que hubiera sangrado abundantemente ni encontraron objeto alguno junto a la víctima, y tanto el fiscal como el abogado de la acusación destacaron que en el informe del forense sólo consta un ematoma en el ojo y una erosión de un centímetro en la nariz. El acusado contestó que el médico forense "no le examinó" en profundidad y que a simple vista no se apreciaban los daños en la nariz.

A.R. insistió en que tenía una buena relación con la víctima, aunque admitió que a veces discutían por dinero. El acusado llevaba seis meses durmiendo en un coche en el Polígono de Candina, donde conoció al fallecido y sus amigos, con los que "muchas veces comía y cenaba" y a los que, según explicó, a veces prestó dinero, ya que él cobraba la prestación de 430 euros del Gobierno y los demás no tenían ningún ingreso.

El acusado afirmó que el fallecido "nunca trabajaba y robaba en las tiendas". Según relató, por la mañana le preguntaron si iba con ellos a "robar" whiski y él contestó que no. A mediodía regresaron con cinco o seis botellas y "no le invitaron" por lo que se quedó en su coche y se tomó "una botella de vino y un bocadillo pequeño". La víctima vivía con otros indigentes a unos 50 metros del coche del acusado, al que después de cenar invitaron y estuvieron "bebiendo juntos y charlando amistosamente con chistes y risas".

Según la versión de A.R., el fallecido sacó entonces un salchichón que había robado por la mañana en una tienda, y como no encontraban un cuchillo para cortarlo, pidieron al acusado que fuera a buscar uno a su coche, donde además de un colchón y mantas llevaba utensilios de cocina. El acusado declaró que al salir a la calle vio "a una persona con una cámara y más gente pero no sabía lo que estaban haciendo", por lo que al sacar el cuchillo del coche lo escondió dentro de la cazadora.

Afirmó que al regresar, el fallecido estaba "muy alterado y agresivo", le pidió dinero para tabaco y le advirtió que si no se lo daba le iba a pegar. El acusado asegura que después de recibir de la víctima dos puñetazos "se desmayó dos o tres segundos", empezó a sangrar por la nariz y reaccionó para evitar que le golpeara por tercera vez porque "le podía matar o hacer mucho daño".

A.R. afirmó que mostró el cuchillo a la víctima para asustarle aunque admitió que "es posible que no lo viera" porque estaba muy borracho, y añadió que sólo le quiso "hacer daño" y que "se asustó muchísimo" al ver lo que había ocurrido. Aseguró que después "se fue porque sangraba mucho por la nariz, dejó el cuchillo en el suelo al lado del coche" y se quedó de pie delante del vehículo intentando parar la hemorragia.

Sin embargo, los agentes que acudieron al lugar de los hechos tras recibir el aviso de la central encontraron al acusado sentado en el interior del coche y con el seguro puesto. Afirman que presentaba "evidentes síntomas de embriaguez", pero estaba "muy tranquilo y muy consciente y no se tambaleaba". Tampoco tenía restos de sangre pero sí heridas en la cara que no eran recientes.

Por su parte, la víctima yacía en el suelo boca arriba, inconsciente, y con "un arañazo a la altura del corazón del que no emanaba sangre", y había dos personas junto a él. Los agentes declararon que fueron los testigos quienes les indicaron donde estaba el cuchillo, y que el acusado confesó que había "pinchado" a la víctima porque "habían discutido", al parecer por "problemas anteriores", "y ya estaba harto de que le pegara".