La única tribu que se resiste al islam en Pakistán

  • Los kalash, la única tribu pagana de Pakistán, viven aferrados a sus costumbres animistas.
  • Piensan que la conversión al islam amenazaría su comunidad.
  • Se quejan de que su comunidad recibe a menudo "mensajes" de los islamistas.
  • Entre los miembros de la tribu abundan los ojos azules de una tribu y sus mujeres no se ocultan bajo el velo o el burka.
Una mujer de la tribu de Kalash de Pakistán teje junto a su hijo ante la puerta de su vivienda del poblado de Chitral, en el norte del país.
Una mujer de la tribu de Kalash de Pakistán teje junto a su hijo ante la puerta de su vivienda del poblado de Chitral, en el norte del país.
EFE
Una mujer de la tribu de Kalash de Pakistán teje junto a su hijo ante la puerta de su vivienda del poblado de Chitral, en el norte del país.

Son apenas unos miles de personas que viven entre fieles islámicos, pero los kalash, la única tribu pagana de Pakistán, están decididos a conservar su religión y costumbres animistas. "La conversión al islam es una gran amenaza", constata el presidente de la Red de Desarrollo para el Pueblo Kalash (KPDN, siglas en inglés), Luke Rehmat.

Este pueblo se concentra en tres idílicos valles del norte paquistaní ubicados en el distrito de Chitral, relativamente tranquilo en comparación con otras zonas del talibanizado noroeste paquistaní. Según Rehmat, en 2009 los kalash eran 3.540, pero en los próximos años esperan llegar a 4.000.

Se queja de que su comunidad recibe a menudo "mensajes" de los islamistas para que abracen la fe de Mahoma y explica que durante los últimos años cada vez hay más fuerzas de seguridad desplegadas en la zona. "Este año, entre 10 y 15 personas se convirtieron al islam", comenta el presidente de la KPDN, quien se muestra confiado en que la población kalash pueda crecer en los próximos años.

Es un reto para una comunidad que vive en las montañas de este país surasiático que algunos dicen descendiente de Alejandro Magno y sus huestes (que en el siglo IV antes de nuestra era conquistaron el valle del Indo) y sacrifica animales como oblación para sus dioses. "Algunos expertos dicen eso (que descienden del general macedonio y sus ejércitos). Pero hay otras teorías: que venimos de Holanda, Escocia o de (la región histórica) de Tsiam", matiza Rehmat.

En los valles de Bumburet, Rumbur y Birir abundan los ojos azules de una tribu que da libertad a sus mujeres, cuyos rostros no se ocultan bajo el velo o el burka. La kalash es una cultura que confía en la oralidad y no en la escritura para la transmisión del conocimiento, algo que ha propiciado no pocos equívocos y una densa niebla mitológica a su alrededor. Su disputada descendencia griega ha hecho que la embajada y organizaciones de este país europeo se hayan volcado de forma más o menos desigual en el apoyo financiero a esta comunidad.

Los lectores en lenguas castellana y catalana tienen la suerte de disfrutar un relato de primera mano sobre esta remota región: el que hace el escritor Gabi Martínez en su recién publicado libro Sólo para gigantes. Cuenta la historia de un zoólogo de origen valenciano pero criado en Francia, Jordi Magraner, que vivió durante años en la cordillera afgano-paquistaní de Hindu Kush. Magraner buscó al yeti por los valles paquistaníes pero Martínez, en su relato, va más allá de la fascinación mágica por el huidizo homínido y describe con sensibilidad la pasión del valenciano por el pueblo kalash y las grandes empresas, científicas y espirituales.

En Pakistán, el extemporáneo zoólogo soñó no solo con dar con el 'barmanu', tal y como se nombra a la bestia en la región, sino con que se creara una nación que agrupara a los pueblos del Hindu Kush, por ejemplo. Los nuristaníes (musulmanes) y los kalash eran las comunidades emparentadas con las que más se relacionó Magraner hasta que en 2002 se halló su cadáver con el cuello rebanado, un asesinato que aún no ha sido del todo esclarecido. Aunque se carece de certezas, como autores del crimen se habló de los talibanes, de los servicios secretos paquistaníes y de los propios lugareños.

Lo seguro es que el científico valenciano debió de conocer bien los principios de la religión de los kalash, ya que él mismo se convirtió en uno de ellos. "En nuestra religión (ilustra Rehmat), cuando alguien muere va hacia dios, hacia el lugar original".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento