Nanni Moretti arranca el aplauso del público con su historia sobre los entresijos de un cónclave papal

El director italiano Nanni Moretti ha conseguido este sábado los primeros aplausos de la 56ª edición de la Seminci de Valladolid con su 'Habemus Papam', una película en la que incide en los aspectos más humanos de un Sumo Pontífice que no es capaz de afrontar su designación como tal y huye de la Ciudad Vaticana para encontrarse a sí mismo.

El director italiano Nanni Moretti ha conseguido este sábado los primeros aplausos de la 56ª edición de la Seminci de Valladolid con su 'Habemus Papam', una película en la que incide en los aspectos más humanos de un Sumo Pontífice que no es capaz de afrontar su designación como tal y huye de la Ciudad Vaticana para encontrarse a sí mismo.

El largometraje destila matices de humor casi desde las primeras escenas, que se evidencian después en distintas situaciones, como las tribulaciones de los cardenales reunidos en cónclave, las alocuciones de un periodista despistado que cubre el histórico evento y, sobre todo, las intervenciones del psicoanalista contratado por la Santa Sede, interpretado por Moretti, para tratar el problema del Papa electo.

La cinta, que suscitó polémica en Italia tras su estreno el pasado mes de abril, representa una reflexión sobre las capacidades para afrontar los retos que plantea la vida, en este caso un Pontificado, lo que se traslada al espectador en forma de un continuo sentimiento de angustia.

Moretti aborda también la cuestión del distanciamiento entre los más altos estamentos eclesiásticos y la sociedad, algo que se refleja en la reclusión de la curia romana y el torneo de voleibol que celebran, en el que los prelados se organizan según su pertenencia a uno u otro continente. Todo tras desaparecer por las calles de Roma el nuevo Papa Melville, interpretado por el veterano Michel Piccoli.

Los cardenales viven esos momentos de vacío de poder en el seno de la Iglesia engañados respecto a lo que sucede y desconectados de la realidad del mundo, lo que les permite centrarse en los juegos de cartas, el deporte y las conversaciones con el psicoanalista del Sumo Pontífice, que además no cree en Dios y vive separado de su mujer.

También manipulados están los medios de comunicación, que no aciertan a dar una explicación a lo sucedido ante el secretismo del portavoz vaticano, mientras el nuevo Papa vaga por las calles de Roma y se pregunta si la Iglesia ha tenido "dificultades" para entender las cosas "en los últimos tiempos" o "miedo" a la hora de admitir su "culpa".

El nuevo Obispo de Roma buscará respuestas de mano de la mujer del personaje interpretado por Moretti, que diagnostica a Merville un síndrome parental según el cual el nuevo Papa sufre un trastorno emocional causado por un déficit de atención cuando era niño por parte de sus progenitores, más centrados en su hermana.

Merville acaba por confesar a su nueva interlocutora la frustración que le produce no haber conseguido convertirse en actor, al contrario que su hermana, que sí consiguió ser admitida en la escuela de interpretación, y los problemas que esa situación le han acarreado en el momento de asumir su nueva responsabilidad.

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