Por un lado, una ley vigente en Israel no reconoce este matrimonio ni permite a ningún palestino casado con una israelí convertirse en ciudadano de este país –lo que impide a Zatar vivir en Jerusalén-.
Por otro, las autoridades de Ramallah tampoco permiten a Jasmín ni la entrada ni la residencia en territorio de la Autoridad Palestina.
Pues en que sólo pueden encontrarse los domingos al lado del muro que divide ambos territorios.
Ahora sólo les queda a que la Corte Suprema dicte una resolución satisfactoria sobre su caso.
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