La Zaranda trae este viernes al Bretón una metáfora de "la ruina espiritual de Occidente" con 'Nadie lo quiere creer'

La compañía La Zaranda trae este viernes al Teatro Bretón de Logroño su particular metáfora de "la ruina espiritual de Occidente", con el montaje 'Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros', que se podrá ver dentro del Festival de Teatro en una única función a las 20,30 horas.
Imagen De La Obra
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TEATRO BRETÓN
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La compañía La Zaranda trae este viernes al Teatro Bretón de Logroño su particular metáfora de "la ruina espiritual de Occidente", con el montaje 'Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros', que se podrá ver dentro del Festival de Teatro en una única función a las 20,30 horas.

Como ha explicado el actor Gaspar Campuzano, el montaje recrea "una casa de abolengo que está en ruina total", un estado decrépito que comparten sus tres únicos habitantes, "la anciana dueña, su criada y uno que se supone es un sobrino lejano".

La trama del montaje se centra, a la peculiar manera de La Zaranda, en las disputas de sobrino y criada "para hacerse con la podredumbre y la ruina de la casa, uno para mantenerse en esa ruina, y otro para derribarla y construir un bloque nuevo de viviendas".

"También la propia dueña de la casa entra en ruina, una ruina corporal, la van despedazando literalmente. Es una metáfora de la ruina espiritual de Occidente", ha afirmado Campuzano, que comparte escenario con Francisco Sánchez -también director de la obra- y Enrique Bustos.

Dentro de la obra, "como en todos nuestros montajes, el hilo conductor es el tiempo y la devastación que produce, consideramos que el teatro es un vehículo para hablar de lo que nos pasa y de lo que nos pasará, y nosotros contamos que el tiempo nos pone a cada uno en su lugar: para todos el mismo, el cementerio".

Para el actor, éste puede ser su montaje más accesible, "porque siempre se nos ha tachado de ser un grupo elitista, pero, por eso hemos escogido hacer algo parecido a un sainete, en el que todo el mundo puede entrar fácilmente, aunque luego, cada situación y cada personaje puede tener muchas lecturas".

En sus palabras, "los personajes son como buitres disputándose la carnada". Por eso, les ha resultado en esta ocasión complicado representarlos "ya que, normalmente, en La Zaranda hacemos montajes como muchos objetos, pero esta vez, los hacemos con tres ventiladores, cuatro sillas y un reloj de pared, estamos desprotegidos".

"Buscamos lo esencial de los personajes, con poco, decir mucho", ha señalado el actor, quien ha desvelado cómo comienza y cómo finaliza la obra: "acabamos con los personajes en la retina del espectador, y cuando el público entra, ya estamos en escena, como si los personajes estuvieran disecados".

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