El director, el médico y el hijo del dueño de la residencia de Massamagrell aceptan 18 meses de cárcel

El director, el médico y el hijo del dueño de la residencia de la tercera edad 'San Lorenzo de Brindis', situada en el municipio valenciano de Massamagrell, donde en el año 2006 se registró un incendio que se saldó con cinco internos fallecidos --discapacitados psíquicos--, han aceptado una pena de un año y medio de cárcel por cinco delitos de homicidio imprudente, con la atenuante de dilaciones indebidas y reparación del daño. No obstante, al no tener antecedentes, eludirán el ingreso en prisión.
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Asimismo, el dueño de este establecimiento tendrá que pagar una multa con una cuota diaria de 9 euros durante dos meses —lo que asciende a 540 euros— por cinco faltas de imprudencia, tal y como han acordado las acusaciones y las defensas este jueves en el juzgado de lo penal número 12 de Valencia. Por su parte, la enfermera acusada en este procedimiento por parte de la acusación particular ha sido absuelta de los delitos que se le imputaban.

Las acusaciones y defensas estuvieron este miércoles debatiendo a puerta cerrada en el juzgado con el objetivo de llegar a una conformidad, lo que implicaba reconocer los hechos pero, al mismo tiempo, una rebaja de la pena. Es lo que se ha acordado hoy, puesto que el ministerio fiscal pedía siete años y medio de prisión para cuatro de los cinco responsables —exceptuando a la enfermera— por los cinco delitos de homicidio imprudente.

El ministerio público también reclamaba una indemnización de 120.000 euros para los herederos de tres de los cinco fallecidos, puesto que los familiares de los otros dos no reclamaron. Esta cantidad solicitada se ha respetado.

Milagrosa Villaescusa, la madre de uno de los internos que falleció en la residencia, ha indicado en declaraciones a los medios de comunicación que se siente "mal" por todo lo que ocurrió pero que "dentro de lo malo va pasando el tiempo". También ha comentado que se podría haber evitado el accidente si hubiera habido algún médico o enfermera en la habitación contigua en la que se encontraban ese día los enfermos.

Según ha indicado, "si en ese momento hubieran estado al lado el médico o la enfermera, y mi hijo —atado de pies y manos porque había tenido una crisis— hubiera chillado, lo habrían oído". "No los pudieron escuchar porque el pasillo era muy largo, era imposible", ha insistido. Así, ha lamentado que cuando sonó la alarma y la enfermera abrió la puerta, "pegó la explosión y ya no hubo nada que hacer".

Al ser preguntada por lo que indica el fiscal en su escrito de calificación, en referencia a que su hijo fue el que cogió el cable eléctrico conectado al colchón antiescaras en la cama y que originó el incendio, ha respondido que su hijo no era culpable: "cuando él tenía una crisis le ponían todo lo que había que ponerle y lo ataban de pies y manos", así, ha continuado, "que me digan quién atado de pies y manos puede hacer algo, y quien me diga que sí, pues yo lo ato y que lo haga", ha señalado.

De esta manera, ha afirmado que está claro que hubo un cortocircuito y que "le tocó a mi hijo, le tuvo que tocar a él, lo tenía destinado, pero mi hijo no hizo nada de nada". También ha indicado que "porque no ha habido juicio y no me han dejado entrar a la sala, que sino a mí me detienen también". Respecto a la compensación económica, ha dicho que eso a ellos no les importa: "yo quiero a mi hijo, que me lo devuelvan", ha aseverado.

Los hechos

El siniestro tuvo lugar el 28 de junio de 2006. Los acusados habían acordado que cuando los enfermos se encontraran en la enfermería de la residencia y no estuviera con ellos ninguna persona, se debía cerrar con llave la puerta, que unía la enfermería con el pasillo.

Ese día se encontraban en la enfermería un hombre de 50 años afectado por una parálisis cerebral, que le obligaba a estar encamado sin movilidad; una mujer de 55 años aquejada de 'Corea de Huntington' con deterioro intelectual, enfermedad que le privada de movilidad; otro hombre de 65 años que padecía una enfermedad mental que le restaba movilidad; un hombre de 82 años, encamado de larga duración —padre del dueño de la residencia—; y un hombre de 30, quien padecía un trastorno de personalidad y retraso mental leve.

Como este último hombre había tenido esa tarde una actitud violenta, había sido sedado por parte de uno de los acusados y el enfermo había sido atado a la cama con correas ajustadas a las muñecas de sus brazos y tobillos de sus piernas. Sobre las 19.20 horas, debido a su actitud violenta, aún estando sujeto, consiguió desplazar la cama y coger el cable eléctrico que alimentaba el compresor de aire a presión que se encontraba funcionando conectado al colchón antiescaras en la cama, y ante alguna anomalía eléctrica se desencadenó un sobrecalentamiento por resistencia. Esto provocó el incendio, según mantiene el fiscal.

Como consecuencia del fuego, fallecieron las cinco personas que se encontraban en ese momento en la enfermería por una insuficiencia respiratoria aguda, lo que les produjo una asfixia. En el momento de producirse el incendio los enfermos se encontraban en la enfermería sin vigilancia alguna y con la puerta cerrada con llave.

Tres veces suspendido

La celebración de este juicio ha sido suspendido hasta en tres ocasiones. La primera tuvo lugar a finales del mes de enero de 2009, por la muerte de una de las denunciantes; la segunda, en febrero del mismo año, ante la petición de incorporar al procedimiento una tercera compañía de seguros que cubriera la responsabilidad civil de una de las ATS imputada. La tercera suspensión tuvo lugar ayer, como consecuencia de la negociación entre las partes para llegar a un acuerdo. Finalmente, este jueves, ha concluido.

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