Las antenas ubicaron el teléfono móvil del directivo del BBVA asesinado junto al piso de la acusada

Las antenas repetidoras de telefonía móvil ubicaron en la tarde del día 15 de junio de 2008 el móvil del directivo del BBVA asesinado en su chalé de la urbanización de La Juliana, situado en el municipio sevillano de Bollullos de la Mitación, a "escasísimos" metros del piso que tenía en la capital hispalense la acusada del crimen, Natividad Cantero, según ha dado a conocer este miércoles el capitán de la Guardia Civil que coordinó la investigación de los hechos.

Las antenas repetidoras de telefonía móvil ubicaron en la tarde del día 15 de junio de 2008 el móvil del directivo del BBVA asesinado en su chalé de la urbanización de La Juliana, situado en el municipio sevillano de Bollullos de la Mitación, a "escasísimos" metros del piso que tenía en la capital hispalense la acusada del crimen, Natividad Cantero, según ha dado a conocer este miércoles el capitán de la Guardia Civil que coordinó la investigación de los hechos.

Durante la tercera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Sevilla, este capitán de la Benemérita ha relatado que, cuando los agentes llegaron al chalé, faltaban tanto el teléfono móvil como el fijo inalámbrico propiedad del marido de la procesada, y ha explicado que, a las 18,11 horas, varias horas después de la muerte de Andrés Toro —que se produjo entre las 14,00 y las 16,00 horas—, el móvil del fallecido recibió una llamada, activándose la antena repetidora en Bollullos, y a las 18,31 horas en Benacazón.

Posteriormente, se activó la antena repetidora ubicada en la calle San Vicente, "a escasísimos metros" de la vivienda de la acusada, mientras que a las 20,52 horas se activó en el barrio de Bami, cerca del Hospital Virgen del Rocío donde se encontraba ingresada la imputada y a donde, según su relato, acudió esa misma tarde tras permanecer todo el día en casa. Posteriormente, a las 22,25 horas, el móvil, que a día de hoy no ha aparecido, fue ubicado por la antena repetidora situada cerca de la Glorieta del Alférez Provisional, "en el camino de regreso" a la vivienda de Natividad.

Niega amenazas

"La persona que tenía el teléfono fue quien cometió el crimen o era alguien estrechamente relacionado con el mismo", según ha proseguido el guardia civil, quien, tras demostrar que el teléfono se encontraba en la vivienda de La Juliana en el momento en que se produjo el asesinato, ha añadido que la acusada "tenía algo que ver con el teléfono, o lo llevaba encima".

Ha negado que los agentes dieran "collejitas" al hijo de la acusada cuando éste acudió al cuartel a declarar sobre los hechos, así como que amenazaran al tío de la acusada "para que dijera que le había regalado el arma homicida", pues "lo que dijo lo dijo espontáneamente", añadiendo que, en su declaración, "contó que había escuchado a la acusada confesando el crimen" a su mujer, "y dio datos que sólo conocían los agentes que participaron en la inspección ocular del lugar de los hechos, como el proyectil utilizado —9 corto plateado—, cuántos disparos se realizaron" o por donde entró la presunta autora del crimen.

Asimismo, y respecto a la pareja de la víctima, Ana P., el agente de la Guardia Civil ha señalado que el día en que se produjo el crimen se encontraba en Cádiz, lo que han podido comprobar a través de los tickets de los peajes y de la testifical de una amiga que estuvo ese día con Ana P..

La acusada "estaba loca por un arma"

Este miércoles también ha declarado como testigo un cuñado del fallecido, policía ya retirado, quien ha aseverado que la acusada le pidió "en tres o cuatro ocasiones, hace ya diez años, que le proporcionara un arma de fuego", porque "tenía muchas ganas de tener un arma para defenderse". "Yo no se la di, e incluso se lo conté una vez a su marido, y éste me dijo que ni se me ocurriera darle una pistola", ha agregado.

En esta línea, el testigo, que ha dicho que la acusada es una persona "muy agresiva, a la que no se podía llevar la contraria", ha añadido que, un día que se encontraban haciendo una barbacoa en un chalet de la Sierra, en Sevilla, la imputada se le acercó "y me dijo: no te preocupes más, que ya tengo un arma", la cual "se la había vendido su tío Juan por 40.000 pesetas", un hecho que el propio Juan le confirmó posteriormente, aunque el testigo nunca llegó a ver este arma. "Natividad estaba loca por un arma, le gustaba el gatillo y el tiro olímpico, que practicaba junto a Juan", ha dicho.

Por estos hechos, la Fiscalía pide para la acusada 26 años y tres meses de prisión y el pago de una indemnización de 200.000 euros a favor de los dos hijos de la pareja por los delitos de asesinato con alevosía, tenencia ilícita de armas, allanamiento de morada y descubrimiento y revelación de secretos, todos ellos con la agravante de parentesco, mientras que la acusación particular que ejerce la abogada Esperanza Lozano en nombre de un hermano de la víctima pide 29 años de cárcel y su defensa, ejercida por el letrado Manuel Castaño, la libre absolución.

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