El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, aseguró este viernes que él no se rinde y que "nunca" ha hecho nada de lo que deba avergonzarse, en una carta enviada al director del periódico Il Foglio, Giuliano Ferrara, y que ha sido publicada en la página web del rotativo.

La carta de Berlusconi llega después de que se haya visto salpicado por un nuevo escándalo a raíz de una investigación de la Fiscalía de Nápoles sobre si fue víctima de un chantaje por sus fiestas privadas con chicas y por la publicación del contenido de una serie de conversaciones telefónicas comprometedoras sobre esos encuentros y sus participantes.

"Estimado director (en alusión a Ferrara), es verdad, como usted escribe, que mi comportamiento, como es descrito en los periódicos estos días, es algo escandaloso, pero mi comportamiento no ha sido para nada como se ha relatado", subraya Berlusconi.

Tras esta primera afirmación, arremete de nuevo contra los magistrados y asegura que su intención es testificar en el marco de la investigación por el supuesto chantaje que sufrió por parte del empresario Giampaolo Tarantini, considerado por los investigadores como la persona que reclutaba a las chicas que asistían a sus fiestas en sus residencias de Roma y Cerdeña.

Según la Fiscalía de Nápoles, Tarantini obtuvo dinero de Berlusconi a cambio de declarar que el mandatario desconocía que algunas de las jóvenes que acudían a sus fiestas eran prostitutas y, por ello, los fiscales habían solicitado interrogar al mandatario como persona ofendida. Sin embargo, uno de los abogados de Berlusconi, Piero Longo, anunció este viernes que el político conservador no se presentará para ser interrogado.

A este respecto, Berlusconi señala en su carta que no tiene intención de rechazar la petición para ser interrogado, una declaración que le beneficiaría, según él, pero considera que dicha solicitud ha sido maquinada como una "trampa político-mediática-judicial". Indica que pretende, "como todo ciudadano, que los magistrados respeten la ley" y denuncia que desde hace tres años está sometido a un "régimen de incontrolada vigilancia" sobre su persona, cuyo objetivo es "construir" a su alrededor una imagen de lo que no es, "con deformaciones grotescas" de sus amistades y su forma de vivir.