El método único para sellar 'papelinas', principal prueba de cargo contra los dueños del bar Taiga de Valladolid

El Ministerio Fiscal mantuvo la petición de siete años de cárcel para cada uno de los integrantes del matrimonio de hosteleros

"¡En los siete años que llevo trabajando en Valladolid es la primera vez que veía gramos de cocaína anudados con el propio envoltorio utilizado para confeccionar la papelina!", declaró el jefe del Grupo de Menudeo de Droga durante el juicio celebrado hoy en la Audiencia Provincial contra el matrimonio compuesto por Jesús V.R. y María Concepción M.P, acusado de utilizar el bar 'Taiga' que regentaba como punto de venta de droga.

El agente y otros que comparecieron en la vista coincidieron al destacar el peculiar sistema a la hora de confeccionar las 'papelas', ya que, según su experiencia, lo normal es que el recorte de plástico empleado como continente de la droga estuviera cerrado con alambre de jardinería o incluso termosellado, pero nunca hasta entonces habían incautado papelinas en las que la propia bolsita fuera utilizada para su clausura mediante la realización de un minúsculo nudo.

"El modelo utilizado es único y muy difícil de imitar", añadió el jefe del grupo e instructor de las diligencias, cuyo testimonio, recogido por Europa Press, constituyó la principal prueba incriminatoria contra los dos acusados, ya que tanto las 17 papelinas intervenidas en el interior de una cazuela situada en la cocina del bar 'Taiga', sito en la calle Poesías, en el barrio de La Rondilla, como la ocupada el pasado 28 de marzo a un toxicómano al que la policía sorprendió nada más salir del local tenían como denominador común ese inconfudible sello de autor.

Ante tal circunstancia, el Ministerio Fiscal mantuvo invariable su petición de siete años de prisión para cada uno de los encausados, junto con el pago de multas por importe de 2.600 euros, mientras que la defensa solicitó un fallo absolutorio para ambos al considerar probado que la droga ocupada en el local, junto con otros tres gramos dentro de una caja fuerte en su domicilio, eran para consumo propio del hostelero, como éste sostuvo ante la sala.

Dormía en la cocina

De hecho, el titular del negocio, Jesús V.R, de 57 años, explicó que debido a las malas relaciones que mantenía con su esposa, de 59, apenas iba por el domicilio conyugal y utilizaba el bar como morada, bien durmiendo en una minúscula cocina o bien en el almacén contiguo, y que por tal motivo ocultaba allí la cocaína para su propio consumo, dada la adicción a dicha sustancia que tenía desde hacía años.

El hostelero aseguró que su pareja tan sólo acudía al bar para hacerle la comida, sin tener conocimiento alguno de la existencia de la droga, y sostuvo que de los más de 2.000 euros que obtenía como ingresos cada mes le quedaban únicamente limpios unos 600, tras pagar a los proveedores, la hipoteca de la vivienda y sufragar su vicio, que, según apuntó, le generaba un gasto mensual de unos 500 euros.

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