Tejer y cantar

Cuento indígena brasileño.
Los recursos que nos ofrece la Naturaleza son fundamentales para nuestra supervivencia. Pero, ¿cómo lo agradecemos?

Hace siglos, cuando las tribus del Amazonas no sabían tejer, los indígenas se resguardaban de las inclemencias del tiempo cubriéndose con hojas y plantas.

Pero una araña tejedora, llamada Basnempöro, decidió ayudarlos, y para ello se transformó en mujer. Se instaló en una pequeña cabaña donde todo el mundo le llevaba sus ovillos de lana. La mujer-araña se pasaba la jornada teje que te teje, con muy buen humor, y sólo recibía a cambio una ración de insectos fritos al día.

Cierta mañana, una mujer le llevó varios ovillos de hilo y le dijo: «Quiero que me tejas una hamaca, una túnica y una manta que recogeré dentro de tres días. No lo olvides, es muy importante». La mujer-araña accedió, pero tenía tanto trabajo que no pudo tener a tiempo el encargo. La mujer, quisquillosa y exigente, no quiso escuchar las explicaciones de la mujer-araña, y fue por ahí hablando mal de ella. La pobre y desinteresada tejedora se sintió tan humillada que recuperó su originaria forma y se marchó del poblado con un gran disgusto. Pero antes, enseñó su oficio a varios habitantes del poblado, que sí le reconocieron y agradecieron su trabajo. Y desde entonces se teje y desteje lo que haga falta.

No podemos ser exigentes cuando nos ayudan desinteresadamente. ¡Corremos el riesgo de caer en nuestra propia tela de araña!

Próximo viernes: 20/El pleito del panadero

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