La mayoría de cajas y bancos han pasado las pruebas de estrés (sólo cinco suspensos). Pero las notas hubieran sido significativamente mejores de no haber sido por la "burbuja" del ladrillo. Es decir, las viviendas que no se venden (casi 700.000, según el INE) pesan mucho en los balances, demasiado. ¿Podría el Gobierno quedarse con esos pisos casi tóxicos de los bancos? La respuesta es no.

El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, ha descartado que el Gobierno tenga que comprar a las entidades financieras "paquetes" de viviendas que éstas tienen en su poder debido a los impagos derivados de la crisis.

Gómez entiende que los bancos y las cajas ya han segregado de su actividad esos activos "más comprometidos", especialmente el suelo, del que el ministro dice que ha tenido un proceso especulativo "más excesivo" que el de las propias viviendas.

Según el titular de Trabajo, el haberlos segregado es lo que ha posibilitado a las entidades financieras afrontar procesos de recapitalización "sin el lastre de esos activos sobrevalorados".

La cuestión es de vital importancia para los bancos españoles y por extensión para la economía nacional. De hecho, de las pruebas de estrés del pasado viernes se desprende que la banca podría tener pérdidas de 46.703 millones por los créditos concedidos a empresas del sector inmobiliario y de la construcción.

De estas hipotéticas perdidas, dos tercios serían de las cajas. Y como los 'stress test' imaginan situaciones, en el peor escenario posible el perjuicio para las entidades financieras sería de 65.901 millones.

Valeriano Gómez ha vuelto a criticar que los bancos, a pesar de las advertencias de sus servicios de estudios, financiaran durante la crisis los excesos inmobiliarios.

En todo caso, el ministro llega a la conclusión de que el Estado, "al menos en este momento", no puede adquirir viviendas a los bancos.