Si antes era costoso y arduo conseguir cita telefónica, nos es posible imaginar qué ocurrirá ahora cuando por cada llamada se abra la hucha. Por las devueltas o no atendidas por colapso, una palabra tan común en nuestra Sanidad, eurillos a la saca. Este nuevo paso en la privatización del servicio se suma a las innovaciones unidireccionales de nuestras autoridades, que ponen un precio a la cita como paso previo a cobrar por la consulta.Soluciones tan revolucionarias como reducir el gasto corriente o, aún más peregrina, poner una persona que atienda adecuadamente el servicio, parece que se han desechado. Hasta ahora era más fácil conseguir que una compañía telefónica te dé de baja que quedar con el médico para solicitar la baja. Si por mí fuera, ni 902 ni gaitas, un 803 directamente y, eso sí, que una voz dulce te facilite el contacto. Así ganaríamos todos.