E. Mendoza «Mi lector es un amigo, no le tengo que demostrar nada»

El escritor  barcelonés presenta ‘Mauricio o las elecciones primarias’ (Seix Barral), una novela que describe una sociedad donde el SIDA y el desencanto laboral son protagonistas.
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Eduardo Mendoza regresa a la escena literaria con una novela «de las gordas», ambientada en la Barcelona pre-olímpica. Mauricio, el protagonista, es un dentista bígamo metido en politica.La historia se sitúa en la Barcelona de los 80 ¿Para usted qué significó esa época?

No sé si se puede generalizar, pero, para mí, Barcelona en los años 80 era una ciudad desencantada, Madrid era un lugar de más creatividad. Se pensaba que el barrio iba a ser una unidad y luego se ha visto que es donde se dan los focos más turbios.

¿Se identifica con el protagonista, Mauricio?

Aunque no es autobiográfico, todos los personajes de una novela reflejan aspectos del que escribe. Yo, igual que Mauricio, llegué a la ciudad con la democracia recién empezada y en ese sentido comparto el pesimismo del momento. Pero sus circunstancias no eran las mías.

Ha dicho que prefiere que sus novelas tengan más riesgo que certeza, ¿le gustan las críticas?

Sí. Me encantaría que los críticos se mojaran más. La crítica se ha moderado y es una pena, pero es un poco consecuencia de la actitud de los periódicos.

Después de tantos libros ¿Cada vez cuesta más que surjan las ideas?

Sí. Antes los escritores  morían a los 50 y pico y ahora a los 80 seguimos en forma. Y este trabajo requiere un gran esfuerzo físico, casi es atlético. Una novela exige tener en la cabeza las 500 o 1.000 páginas del manuscrito. Este libro me costó muchísimo porque tengo la sensación de haberlo dicho todo. Pero tenía el contrapeso de decir: ¿qué más me da? No tengo que demostrar nada. Ya tengo un lector colectivo, con el que tengo un diálogo y me puedo permitir confianzas que un novel no puede. Mi lector es un viejo amigo.

¿La gente prefiere ver y no leer ficción?

Ese es un tema sobre el que voy cambiando de opinión. en ocasiones incluso dos veces al día. La novela no tiene la fuerza que tenía antes, pero no creo que sea porque la gente prefiera ver culebrones. Este tipo de series siempre han existido. Pero sí que es cierto que la novela antes era una tribuna y ahora sólo forma parte del entretenimiento. Por eso digo que el lector de novelas ha muerto, pero la novela no ha muerto.

¿Continúa escribiendo sus libros a mano?

Sí. Y con varias plumas. No es exquisitez, sino pura neurosis. Pero luego lo paso al ordenador. Estoy muy tecnificado y de mi gremio soy de los más tecnológicamente avanzados. Desde el principio  me compré un ordenador. Le daba a guardar, me iba a tomar un cafè y cuando volvía se acababa de guardar (risas).

Bio

Nació en Barcelona en enero de 1943 y estudió Derecho. Sus padres le inculcaron el gusto por la lectura. Vivió en Nueva York donde ha sido traductor/intérprete en las Naciones Unidas y publicó su primera novela en 1975.

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