La Fiesta de los Moros y Cristianos llega a la Sierra de Cádiz con su lucha por el patrón de Benamahoma

El primer fin de semana de agosto de cada año Benamahoma, en la Sierra de Cádiz, da un salto en el tiempo y se traslada a la época en la que la dominación musulmana de la Península daba sus últimos coletazos y los ejércitos cristianos avanzaban reconquistando Al-Andalus.
Fiesta De Moros Y Cristianos En Benamahoma
Fiesta De Moros Y Cristianos En Benamahoma
EUROPA PRESS/PATRONATO DE TURISMO DE LA DIPUTACIÓN
Fiesta De Moros Y Cristianos En Benamahoma

El primer fin de semana de agosto de cada año Benamahoma, en la Sierra de Cádiz, da un salto en el tiempo y se traslada a la época en la que la dominación musulmana de la Península daba sus últimos coletazos y los ejércitos cristianos avanzaban reconquistando Al-Andalus.

Según ha indicado el Patronato Provincial de Turismo de la Diputación en un comunicado, esta pedanía de Grazalema es uno de los 127 pueblos de España que celebra la reconquista con la fiesta de Moros y Cristianos, la única que se celebra en Andalucía Occidental, por lo que aspira a conseguir la consideración de Fiestas de Interés Turístico Nacional de Andalucía.

Durante ese fin de semana, que en este año será del 4 al 8 de agosto, el pueblo se convierte en una fiesta en la que todos los benamahometanos participan. El protagonista de esta fiesta es un santo. La onomástica de San Antonio de Padua es en junio, pero por un acuerdo al que han llegado con la localidad vecina del Bosque, que también lo tiene como patrón, en Benamahoma se celebra en agosto.

La custodia del santo es el eje de toda la fiesta y el argumento para pasar tres días llenos de actividades. Otros municipios gaditanos como Sanlúcar de Barrameda, Chipiona o el Aral de Sevilla son invitados también a la fiesta, ya que comparten el culto a San Antonio de Pauda.

Según la tradición, los moros parten con ventaja sobre los cristianos. Por ello, desde el día anterior a la fiesta San Antonio de Pauda queda en su poder. La imagen del santo queda detrás de las filas moras y, frente a éstas, avanzan los cristianos.

En este momento comienzan los enfrentamientos tanto a trabucazos como en combates cuerpo a cuerpo donde casi siempre se acaba desgarrando las vestimentas de lana del contrario.

La lucha parece igualada pero la victoria final está siempre reservada a los cristianos, que se escenifica con la castración simulada del capitán de las huestes moras a manos del capitán cruzado.

No se sabe con seguridad desde cuando se celebra este festejo, aunque se supone que se remonta a principios del siglo XVI como recuerdo de la reconquista un siglo antes.

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