Así lo ha explicado en declaraciones a Europa Press momentos antes de iniciar su ponencia sobre escritura creativa. La conferencia forma parte del curso de verano 'Habilidades Comunicativas Escritas' organizado por la Universidad de La Rioja (UR) e impartido en el Ateneo Riojano.
La ponencia de ganador del XXIII premio 'De Buena Fuente' versa sobre su experiencia al frente del taller de escritura creativa del Ateneo en los pasados dos años. El escritor ha comentado como sus técnicas son fruto de la investigación de "las posibilidades creativas que nos negamos a nosotros mismos". Esta negación se debe a un "exceso de juicio y a no utilizar la capacidades" que todo ser humano tiene a su disposición, "en un nivel más inconsciente".
"He intentado romper la parte racional de los alumnos, llevándolos a situaciones que no son normales, que tienen más que ver con lo onírico y lo lúdico, que con lo puramente literario, para a partir de allí abrir nuevas puertas que lleven a caminos diferentes de la rutina normal a la que están acostumbrados", ha explicado.
Cualquiera de los ejercicios realizados con sus alumnos son un buen ejemplo para ilustrar sus palabras. Así, el primer día de clase les regaló "un huerto portátil". Se trataba de "un pequeño tupper lleno de tierra, donde cada cual debía sembrar un verso de una poesía de García Montero". Cada cual sembró algunas de las palabras de la poetisa y "dejó que el inconsciente funcionara en las horas de sueño". Todos ellos "se sorprendieron con la cosecha" y se dieron cuenta "de que la mayor parte de la capacidad creativa no está en superficie".
Durante los dos años de taller, Benito ha intentado "tirar de la cuerda de la imaginación de los participantes". Todo para "eliminar el censor interno de cada uno y conseguir abrir nuevos canales para todas aquellas capacidades imaginativas que están latentes". En opinión del escritor, "el potencial inmenso" de estas aptitudes puede verse "a la hora del sueño". Pero, a pesar de existir, "a la hora de enfrentarnos la hoja en blanco", cunde el pánico y se pierde la capacidad de escribir.
Para transmitir estos conocimientos, Benito afirma que se ha "observado a sí mismo" y ha investigado "cuáles han sido sus dificultades a la hora de la creación literaria". Entonces, "ha observado y encontrado los caminos" que le han llevado a aquello que "más ha merecido la pena" dentro de su obra escrita.
Para Benito, el inconsciente es "un gran aliado" del escritor, que trabaja en las horas de sueño. "Nosotros le mandamos a órdenes a nivel simbólico y él obedece y trabaja para nosotros", concluye.
Otro de los ejercicios que Benito preparó para sus alumnos fue "mandarles de caza". Así, los futuros escritores debían ir a un bar y "cazar" a la quinta 'víctima' aleatoria que entrase al establecimiento. Entonces debían observarle detenidamente. Cuando finalmente, la presa salía sana y salva del bar, y "sólo entonces", los alumnos podían comenzar a escribir en su "cuaderno de caza".
El escritor riojano ha admitido que, antes de impartir los cursos, tenía ciertas dudas sobre si estos métodos tan poco ortodoxos y "locos" iban a ser del agrado de sus alumnos, pero afortunadamente lo fueron.
Tanto es así, que tras dos años de trabajo conjunto, llegaron a desarrollar su propio código de comunicación interno. Así, "cuando viene alguien de fuera del taller, piensa que estamos locos".
Sin embargo, "la producción literaria ha sorprendido a todos los integrantes del taller". Es más, crearon un "relato a 38 manos", escrito por todos los miembros del grupo, donde "se superaron los egos individuales" y se consiguió una pieza "de todos y que, sin embargo, no respondía a la autoría particular de ninguno".
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