La mexicana Alinka Echeverría retrata la veneración mítica por la Virgen de Guadalupe

  • Su serie 'Camino al Tepeyac' acaba de ser premiada en Les Rencontres d'Arles.
  • Retrató a miles de peregrinos de los seis millones que cada año van a la Basílica.
  • Los penitentes cargando imágenes de la virgen, de espaldas y silueteados, son "un laberinto de similitudes y diferencias" que funciona como "una metáfora" de México.
Mosaico con seis de las fotos de peregrinos
Mosaico con seis de las fotos de peregrinos
Alinka Echevarría
Mosaico con seis de las fotos de peregrinos

Dice el chiste: "Van cuarenta mexicanos cabalgando y al cabo de un rato dice uno: '!Viva la Virgen de Guadalupe'. Y le responden los otros: '!Viva'. Siguen cabalgando cinco horas y dice otro: '!Viva la Virgen de Guadalupe'. Y le responden los otros: '!Viva!'. Así continúan tres días más cabalgando y uno dice: '!Viva la Virgen de Guadalupe'. Le responden otro: 'Que viva, pero no tan lejos".

El largo y penoso sendero de la vida puede entenderse en México como un variado camino con un único final: la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, el templo donde se venera a la virgen en cuya fama de buena cumplidora todos en México creen, ya sean beatos o agnósticos.

La basílica, que se levanta a las faldas del cerro Tepeyac, en Ciudad de México, es el segundo templo católico más visitado del mundo, sólo por detras de San Pedro del Vaticano, al que incluso ha llegado a derrotar en algún cómputo anual.

Reina de México y emperatriz de América

A la casa de la Virgen de Guadalupe, "reina de México y emperatriz de América" para la Iglesia, llegan cada año 14 millones de personas. Seis millones lo hacen como peregrinos: se desplazan a pie, de rodillas o arrastrándose por el suelo llevando a sus espaldas una imagen mariana.

La peregrinación dura unos diez días y tiene como objetivo final llegar a la basílica a las cinco de la madrugada del cinco de diciembre (fecha de la última aparición, según la leyenda) para cantarle a la Virgen el 'cumpleaños feliz'.

Alinka Echevarría (1981), de sangre mexicana y británica, quiso entrarle al fenómeno con sus dos profesiones, fotógrafa y antropóloga. El resultado es el deslumbrante reportaje Camino al Tepeyac, que acaba de recibir en el marco de una de las ferias fotográficas de referencia, Les Rencontres d'Arles, el prestigioso Premio HSBC de Fotografía (que comparte con el chino Xiao Zhang).

El reportaje agrupa centenares de retratos de peregrinos, todos captados de espaldas y siluetados, separados del contexto. "Esta descontextualización", explica la fotógrafa, "pretende centrar la atención en lo individual y abre la posibilidad de recombinar cada imagen con las de los otros centenares de peregrinos".

Para Echevarría el gran número de fotos de personas acarreando a sus espaldas imágenes devocionales se convierte en "un laberinto de similitudes y diferencias, quizá una metáfora de la identidad mexicana", porque la Virgen de Guadalupe "sigue siendo el centro de nuestra cosmogonía como mexicanos".

La fotógrafa y antropóloga, que reside en México DF, recuerda los orígenes aztecas de la devoción. El cerro Tepeyac fue cristianizado por los franciscanos en el siglo XVI con la construcción de una pequeña ermita en el mismo lugar donde se asentaba un templo prehispánico dedicado al culto de la diosa Tonantzin o Coatlicue. Durante las campañas de cristianización, las órdenes religiosas aprovecharon la veneración inicial para atraer indígenas.

La imagen pintada de la Virgen de Guadalupe que se venera actualmente fue colocada, al parecer (hay polémica en torno a la fecha y circunstancias) en torno a 1531.

"No aparecen nunca el camino ni el cerro, sólo los caminantes"

El crítico Juan Antonio Molina Cuesta ha saludado el trabajo de Echevarría porque reelabora un mito a través de la intervención " e incluso manipulación" del reportaje. "Es la imagen la que se nos presenta como una ficción en sí misma. En Camino al Tepeyac no aparecen nunca el camino ni el cerro de Tepeyac, donde supuestamente apareció la virgen María en 1531, sólo aparecen los caminantes que, separados del camino, se convierten en figuras, cuya estática sólo puede ser relatada desde lo estético".

En el prólogo al libro que contendrá el reportaje (en proceso de producción), el también crítico y fundador de la agencia de fotografía VU, Christian Caujolle, invita al espectador a concentrarse en la "imprecisión" de estas figuras que nos dan la espalda, de las que a veces sólo apreciamos las piernas o los brazos. "Es una especie de catálogo que, en su diversidad, se torna fascinante, mareante (...) Nos obliga a leer la imagen. ¿De dónde viene y hacia dónde va esta gente? ¿Por qué se desplazan? ¿Son algo más que la carga que llevan a sus espaldas?".

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