Vamos a preparar la bici y, por si acaso, el impermeable. Esta es una ciudad idónea para pedalear y  perderse entre las calles llenas de olor a azahar; privilegio no apto para los habitantes de la mayoría de las ciudades. Entre las múltiples paradas que podemos hacer está la Plaza de San Lorenzo, hoy un hormiguero de semanasanteros, y encantadora todo el año. A un ladito está la Bodega de San Lorenzo. No se ve del tirón, pero es conocida por aquellos a los que nos gustan los bares con encanto y sabor añejo.Joaquín, quien hoy regenta el bar, nos contó que cinco generaciones de su familia han charlado con sus clientes, enmarcados por la cuidada barra de caoba cubana. Esto es una raya en el agua, muestra de un gran tesón y amor por conservar aquello que es hermoso. Una de sus paredes está decorada con azulejos con relieves hechos en Triana en el s. XIX.