Palmas de bienvenida

La visita a los templos es el preámbulo de un día que acabará contemplando, tras una pausa para comer, el emocionado discurrir de las ocho cofradías que hacen estación de penitencia.
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El Domingo de Ramos es ese día de la Semana Santa que todos reciben con alborozo, los que procesionan en sus cofradías y los que estrenan algo o se visten con sus mejores atuendos para dar la bienvenida a la fiesta más grande de la ciudad. Para gran parte de los sevillanos, la celebración empieza temprano. La visita a los templos es el preámbulo de una jornada que acabará, tras una pausa para comer, contemplando el emocionado discurrir de las cofradías.Y es que el Domingo de Ramos lo tiene todo. La garantía de futuro de nuestras cofradías plasmada en la borriquita, que un año más saldrá desde la Anunciación. La ilusión de un parque abarrotado de carritos, aprendiendo también a ser cofrades, para ver pasar la hermandad de la Paz. La Virgen titular de la cofradía destacará un año más por su blancura, y el Señor de la Victoria recibirá la cruz en sus hombros, estrenando este año un mantolín.

El Domingo de Ramos también nos dejará sabor a barrios. Barrio del Arenal, con Jesús Despojado; de San Julián, con la Hiniesta; de la calle Feria, con la Amargura; y, cómo no, de Triana, con la Estrella. Por si esto fuera poco, la hermandad de la Cena, ubicada en la iglesia de los Terceros y con uno de los pasos más impresionantes de la Semana Santa; la de San Roque, que este año recupera su recorrido por la calle Caballerizas, que en su día pregonara Rodríguez Buzón; y la del Amor, que aún exiliada por el cierre del Salvador, seguirá impresionando por la portentosa imagen del crucificado que esculpió Juan de Mesa.

El Domingo de Ramos también es el de la música. Suena Amarguras, el himno oficioso de la Semana Santa detrás de la Dolorosa de San Juan de la Palma, a quien la dedicó Font de Anta; y Estrella Sublime, dedicada a la Virgen de la Hiniesta, pero también asimilada como propia para la Virgen de la Estrella. Virgen de la Paz o Virgen del Subterráneo, entre otras, completan un idílico comienzo musical de la Semana Santa.

El Domingo de Ramos es, además, un día de bullas, de sol y calor, de dolor de pies, de manchas de cera, de primeras estampas y caramelos y, para los más pequeños, de incipientes bolas de cera. Todo esto y la devoción por las imágenes, es lo que hace que muchos sevillanos saluden con palmas y vítores la llegada de una nueva Semana Santa.

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