Era un sueño que tenía desde los ocho años, pero no pudo cumplirlo hasta que abandonó el Partido Comunista de España en los años 60. Por fin, tras sobrevivir al campo de concentración de Buchenwald y renegar del marxismo, comenzó su carrera de escritor.
"Lo que quería ser desde los ocho años. No hubo vacío. Siguió la vida", confesaba el propio Jorge Semprún en una entrevista de Juan Cruz publicada por El País en 2010.
El recorrido literario por la obra de Jorge Semprún se muestra de forma inevitable bajo la sombra de su propia memoria, bajo los recuerdos imborrables de las barbaries del siglo XX europeo.
Su literatura nunca pudo desprenderse de su propia experiencia vital, sobre todo, de su paso por el campo de concentración de Buchenwald.
Memoria de Europa
Todo comenzó en 1963 con la publicación de El largo viaje, un libro que se empezó a gestar en Madrid en el período en el que la clandestinidad era una forma de vida para Semprún. Sin embargo, ya este primer libro fue escrito en francés, idioma que Semprún elegió para la mayoría de sus obras.
Éste y otros títulos como Aquel domingo (1980), Viviré con su nombre, morirá con el mío (2001) y sobre todo, La escritura o la vida (1994), obra hoy mítica en la que el escritor bucea en su herida, muestran la fuerte y constante influencia de sus peripecias vitales sobre sus obras, hasta formar un ciclo autobiográfico que guarda con celo la memoria de Europa en el siglo de las grandes guerras.
La expulsión del PCE se ve reflejada en Autobiografía de Federico Sánchez (1977) y el periodo como ministro de Cultura en la segunda legislatura de Felipe González en Federico Sánchez se despide de ustedes (1993), en el que se despide definitivamente de su alias y de su actividad política.
Sus obras de ficcion no deja de estar ligadas a la realidad, una constante para Semprún: un autor en el filo de la ficción y la realidad.
En esta parte de su narrativa destacan La montaña blanca (1986), Netchaiev ha vuelto (1987) o Veinte años y un día (2004).
"Defendió siempre sus ideas"
La escritora Rosa Regás ha señalado, muy emocionada, que Semprún era capaz de escribir novelas y ficción "basándose en la realidad" y que eso es "lo más difícil que hay, escribir ficción sobre la propia realidad".
Además, Semprún tuvo el "coraje de defender siempre sus ideas" y fue un hombre "con unas convicciones profundas", además de ser "un gran amigo con un graciosísimo sentido de humor", que no usaba en su vida pública pero sí con sus amigos, ha recordado la escritora.
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