Vuelven Sex Museum, los reyes del rock & roll malasañero

Solo hay un lugar posible para tomar una caña con Fernando Pardo, guitarrista de Sex Museum y Los Coronas: una terraza del barrio de Malasaña de Madrid. "No tengo un chalé, pero este es mi jardín", bromea el músico, insignia del rock and roll facturado en el céntrico barrio desde hace un cuarto de siglo.

En Again & Again, su nuevo disco, Sex Museum ha optado por cambiar de tercio. "Hemos subido otros escalones. La gente se esperaba algo más cañero, pero necesitábamos podar el árbol, empezar de cero después de tantos años".

Alguien podría pensar que parte de esa bajada de revoluciones tiene que ver con la edad. Nada más lejos de la realidad. "Sobre el escenario seguimos teniendo la misma energía. Los que vienen a vernos lo saben: en los conciertos de Sex Museum se suda".

Sudar es también lo que sigue haciendo la banda para salir adelante. Son los inconvenientes de la autogestión: "Estamos de puta madre así –asegura Pardo–, pero es cierto que para que esto funcione tenemos que currar a saco: nos hacemos nuestros propios discos, diseños, giras...".

Pocos como Pardo podrían hablar con conocimiento de causa sobre la situación actual de un género que sigue despertando pasiones a pesar de llevar muchos años "en recesión" en cuanto a su impacto mainstream.

"La última gran época real del rock fue el grunge. No ha vuelto a haber otra explosión igual. Hoy en día, el rock necesita nuevos iconos creíbles. Sin ellos, deja de ser una cosa popular y pasa a ser cosa de fans como yo". Quizá sea mejor así. Porque esta música siempre funcionó mejor en las distancias cortas de las pequeñas salas que en los grandes estadios. Aunque toque sudar.