La estrategia de lo peor

Te lo digo al contrario para que me entiendas: la Universidad de Valladolid organiza los Encuentros de Cocina para curarse en salud; los famosos juegan al golf con la disculpa de lo mismo y de alejar el párkinson; el Ayuntamiento revienta la ciudad y dice que es por su bien mientras las ratas se refugian entre las ruinas de la Calabaza.
Aunque no lo parezca, todos estos fenómenos son coherentes entre sí, y si lo son, es porque son coherentes con el conjunto del sistema y obedecen al mismo protocolo de absurda virulencia cuyo efecto contaminante no admite comparación siquiera con el de la gripe aviar. Si, con la que está cayendo, son los kilos, el párkinson o las alcantarillas lo que moviliza además de a los médicos, a los cocineros, a los famosos, a los entrenadores deportivos y a los periódicos es porque, sin duda, son algo más que simples episodios de este mundo irracional. Encarnan la lógica de un sistema desquiciado, ¡son su semáforo! y no existe ya una estrategia del Bien contra el Mal sino una del Mal contra el Mal: una estrategia de lo peor.
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