Juzgan a 8 personas relacionadas con un alijo de 534 kg de cocaína intervenido en el puerto de Valencia

La sección tercera de la Audiencia Provincial de Valencia ha juzgado este martes a ocho personas por su relación con un alijo de 534 kilogramos de cocaína intervenido en el puerto de la ciudad. La droga, cuyo valor en el mercado asciende a 18.156.000 euros, iba oculta en dos contenedores de tablones de maderas procedentes de Bolivia. Uno de los titulares de la empresa destinataria de la mercancía ha negado cualquier relación con estos hechos.
Ciudad De La Justicia
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EUROPA PRESS
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La sección tercera de la Audiencia Provincial de Valencia ha juzgado este martes a ocho personas por su relación con un alijo de 534 kilogramos de cocaína intervenido en el puerto de la ciudad. La droga, cuyo valor en el mercado asciende a 18.156.000 euros, iba oculta en dos contenedores de tablones de maderas procedentes de Bolivia. Uno de los titulares de la empresa destinataria de la mercancía ha negado cualquier relación con estos hechos.

La fiscal encargada de esta causa pide para estas ocho personas penas que oscilan entre los 12 y 13 años y medio de prisión por un delito contra la salud pública, y que paguen multas que van desde los 18 a los 35 millones de euros.

Según consta como probado en el escrito provisional del ministerio fiscal, el 8 de abril de 2009, Aduanas del Puerto de Valencia seleccionó un contenedor para revisarlo y descubrió que en su interior había cocaína oculta entre tablones de madera. Por este motivo, lo cerró y solicitó al juzgado su entrega vigilada y varias intervenciones telefónicas.

La empresa destinataria de la mercancía, San Vicente Bauer y Vizcaíno S.L., había sido constituida por uno de los procesados junto a un matrimonio de Bolivia. El objetivo, según el mismo escrito, era dar cobertura con las importaciones y poder introducir droga en España. En el interior de estos tablones se descubrieron 294 kilogramos de cocaína, con una pureza del 70,6 por ciento, y cuyo valor en el mercado ascendía a 9.996.000 euros.

Dos de las procesadas eran las gestoras y los contactos del hombre de Bolivia en España para controlar las operaciones sin riesgo. Una de ellas tenía un locutorio instalado en Puerto Lumbreras (Murcia), a nombre de la sociedad San Vicente Bauer y Vizcaíno. Desde este local podían tener los contactos necesarios para cerrar operaciones "sin riesgo alguno".

La otra mujer —sobrina del socio boliviano— fue la que recibió información sobre los tablones de madera que ocultaban la cocaína en un primer envío, y se encargó de la organización para sacar del puerto toda la madera y luego quedarse con los palets que contenían la droga, según la fiscal.

Esta mujer se encargó de contratar un camión para sacar la madera. Al llegar el vehículo al puerto, el conductor realizó todos los trámites necesarios para recoger la carga, mientras otro procesado permanecía en la cabina. Una vez terminada la faena, éste le indicó por dónde tenía que ir, sin señalarle el destino final.

Cuando llegaron al lugar indicado, esperaron unos minutos hasta que se aproximó la mujer y les dijo que esperaran unos momentos que estaban alquilando una máquina para descargar. Cuando ésta salió comenzaron a descargar. En ese momento preguntó al conductor si podía conseguir un camión para poder llevar tres palets de madera a Valencia, a lo que le respondió que sí y lo tramitó.

Así, llegó hasta el puerto otro camión, donde cargaron estos tres palets. Cuando se dirigían al lugar de destino, un lavadero, fueron interceptados y detenidos por efectivos de la Guardia Civil y de la Agencia Tributaria.

Posteriormente, el 26 de mayo se interceptó en el puerto otro contenedor que escondía 35 tablones de madera con 242 paquetes de cocaína que tenían un peso total de 240,566 kg y otros 340 gramos, todo ello valorado en 8.180.400 euros. El método de ocultación era el mismo del envío interceptado con anterioridad y sus destinatarios eran los procesados, que estaban detenidos.

"sorpresa bestial"

Uno de los titulares de la empresa encargada de recibir la mercancía ha negado los hechos que se le imputan y ha señalado que desconocía que los contenedores escondiesen droga. "Para mí eso fue una sorpresa bestial. Cuando me enteré, me escandalicé. Pequé de ignorante", sostiene.

Ha reiterado que se encargó de recibir dos contenedores de madera para la sobrina de su socio, y realizó esta gestión porque "era lo que me tocaba como gerente de la comercial", ha dicho. Ha indicado que cuando los agentes le pidieron permiso para abrir el primer contenedor "se lo día sin más, iluso de mí", ha agregado.

El hombre ha señalado que conoce a algunos de los procesados porque pertenecen a su congregación evangélica. También ha subrayado que "en la vida" se ha relacionado con traficantes de droga sino que más bien al contrario, puesto que, según ha dicho, se ha dedicado a ayudar a toxicómanos. "No tengo nada que ocultar", ha insistido.

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