"Era de los que metía goles cuando jugaba al fútbol"

  • 20 minutos inicia una serie de reportajes dedicada a los 9 fallecidos el 11 de mayo en Lorca, tras el segundo terremoto del día.
  • Raúl Guerrero Molina, 13 años. Estudiante de 2º de la ESO del IES San Juan Bosco.
  • Raúl y su perro murieron tras el segundo terremoto que sufrió Lorca.
Decenas de lorquinos esperaban para ver el autobús del Real Madrid, frente al bar La Viña donde murieron Raúl Guerrero y su perro, tras el segundo terremoto del 11 de mayo. El bar, de su familia, permanece cerrado.
Decenas de lorquinos esperaban para ver el autobús del Real Madrid, frente al bar La Viña donde murieron Raúl Guerrero y su perro, tras el segundo terremoto del 11 de mayo. El bar, de su familia, permanece cerrado.
T.C.
Decenas de lorquinos esperaban para ver el autobús del Real Madrid, frente al bar La Viña donde murieron Raúl Guerrero y su perro, tras el segundo terremoto del 11 de mayo. El bar, de su familia, permanece cerrado.

Raúl, no por callado era silencio. Hablaba poco, pero se dejaba oír... a besos. Y eso le encantaba a su madre Sonia y a sus primas. Qué suerte de niño tan besucón.

Lo suyo no eran las fiestas. Con 12-13 años, lo que le gustaba era irse con los amigos a por unas pizzas. O bajarse a jugar al fútbol. En el instituto pasaba desapercibido. En el terreno de juego, no. Era de los que metían goles. Y de los que lo celebraban.

El 11 de julio de 2010 se pegó una carrera con los chavales del barrio La Viña hasta la plaza del Óvalo de Lorca, en la otra punta de la ciudad. Llegó en cinco minutos. Una carrera así solo se la pueden pegar críos de 12 años. Y después, un baño en la fuente para celebrar que el bendito gol de Iniesta nos convertía en campeones del mundo.

A Raúl le habría gustado ver pasar el autobús del Real Madrid, con sus ídolos de la selección, Xavi Alonso y Casillas, en la ventanilla. Pasaron justo frente a la puerta del bar La Viña, que regenta el abuelo materno de Raúl. El viejo se llama Ginés, pero le dicen "el tío del puro" y lleva ese bar desde que la memoria de sus vecinos existe.

Nadie se atreve a decir desde cuándo está ese bar en esa primera esquina de La Viña. Lo que sí sabe todo el mundo en el barrio es que en la puerta del bar murió Raúl la semana pasada y por eso a nadie de la familia le han quedado fuerzas para subir la persiana y servir tapas y comidas para llevar.

Tras el segundo terremoto que estremeció a Lorca el miércoles pasado, Raúl salió del bar. Llevaba a su perro en brazos. Y allí murieron los dos, el niño y el perro. Tanto quería Raúl a su perro que había puesto una foto de su mascota en su perfil de Tuenti. Ahí sigue, vedado a los intrusos.

Raúl había pillado al perro dormido y le gustó la tranquilidad con la que descansaba... Tan a gusto. Le gustaba esa foto.

Su madre, Sonia, está destrozada. Estaba trabajando en el bar y salió detrás de su hijo. Lo vio caer al suelo. Al abuelo paterno le dio un infarto al enterarse de la muerte de su nieto. Los amigos de Raúl aún no lo asimilan. A ver ahora quién mete los goles.

De vuelta a la normalidad

El instituto en el que estudiaban Raúl y su hermana, el San Juan Bosco de La Viña, no empieza las clases hasta el lunes. Este pasado miércoles estaba cerrado a cal y canto, con un cartel que prohibía entrar. Están arreglando las partes del techo que sufrieron daños con los terremotos para evitar desprendimientos. El grupo de Raúl, segundo de la ESO, tendrá atención psicológica especial. Todos están deseando volver a clases para retomar, de alguna manera, la normalidad.

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