El libro 'La huella ecológica de Extremadura', editado por la Consejería extremeña de Industria, Energía y Medio Ambiente, el "superávit" ambiental de la región con un balance entre sus necesidades y capacidades.

El consejero de Industria, Energía y Medio Ambiente, José Luis Navarro, ha explicado en rueda de prensa que el concepto de 'huella ecológica' aparece en el eje de la sostenibilidad ambiental de la Estrategia de Desarrollo Sostenible de Extremadura, aprobada por el Parlamento regional el pasado mes de febrero.

Navarro ha dicho que la huella ecológica es una manera de medir la sostenibilidad ambiental "pensando sobre todo en las generaciones futuras", y la ha definido como "el área de territorio ecológicamente productivo, necesario para producir los recursos y para asimilar los residuos generados por una población determinada, con un nivel de vida específico, independientemente de dónde se localice dicha área".

En definitiva, se trata de medir cuánta superficie se necesita para producir todos los recursos que consumen los ciudadanos de Extremadura, en este caso, y para asimilar todos los residuos que éstos generan, con "independencia" de dónde esté ese territorio.

La "otra cara de la moneda" de la huella ecológica es la biocapacidad, que se entiende por "el consumo que es posible sostener con la superficie disponible, sin alterar la productividad de manera permanente", ha señalado el consejero.

La conclusión de todo esto es un balance entre cuánto consumen los extremeños, la huella ecológica, y qué capacidad de producción tiene, su biocapacidad, una cuenta que arroja un superávit ecológico de la región, medido en hectáreas globales por habitantes, ya que los recursos pueden proceder de cualquier parte del mundo.

El resultado de esta operación es que Extremadura tiene una huella ecológica de 3,08 hectáreas globales por habitante, y una biocapacidad de 6,08 hectáreas, con lo que la capacidad de producción de la región supera en 3 hectáreas globales por habitante al consumo extremeño.

Seis categorías de suelo

A la hora de calcular la huella ecológica y la biocapacidad de Extremadura se ha dividido el territorio en seis categorías que atienden al suelo destinado a cultivos agrícolas, pastos para ganadería, aguas para pesca, productos forestales, suelo necesario para absorber los impactos de la energía y el dedicado a las construcciones.

En concreto, la región cuenta con un "enorme" superávit de suelo para usos agrícolas, que en palabras de Navarro "evidencia una realidad económica" con un saldo exportador "muy alto". En este suelo, la huella ecológica es de 0,11 hectáreas globales por habitante, mientras que la biocapacidad es de 5,43 hectáreas.

En ganadería, la huella ecológica o necesidad es de 0,70 hectáreas globales por habitante frente a una capacidad de 0,75 hectáreas, con lo que "casi la totalidad" de esta superficie se utiliza para el propio consumo de los habitantes.

"Como parece lógico suponer", señala Navarro, Extremadura tiene déficit en el caso de la pesca, con una huella ecológica de 0,08 hectáreas y una biocapacidad de "únicamente" 0,03 hectáreas derivadas de masas de agua dulce. Por otra parte, en materia forestal la necesidad es de 0,18 hectáreas globales por habitante, frente a una biocapacidad de 0,34 hectáreas.

Respecto al ámbito de la energía, se han considerado el consumo directo y el indirecto derivado de la necesaria para elaborar otros bienes, de manera que la huella ecológica resultante es de 1,82 hectáreas globales por habitante. La biocapacidad no se ha considerado en este apartado porque "va incluida" en los bosques.

Por último, en cuanto a terrenos construidos, Extremadura presenta una huella ecológica de 0,2 hectáreas globales por habitante, frente a una biocapacidad de 0,32 hectáreas, que en este caso debe entenderse como "superficie ya declarada como urbanizable", ha apuntado Navarro.

Con todos estos datos, el consejero de Medio Ambiente ha afirmado que la región usa "aproximadamente" la mitad de la biocapacidad que tiene, y ha añadido, a preguntas de los periodistas, que este superávit depende de "más cosas" que de "haber hecho bien los deberes".

"Tiene que ver con una historia por un lado de prácticas sostenibles en los habitantes especialmente de las zonas rurales, agricultores y ganaderos, pero también con una situación a lo largo de siglos de subdesarrollo de Extremadura. Todos esos antecedentes históricos cuentan, ignorarlos no tendría ningún sentido", ha dicho.

Navarro ha comparado la huella ecológica de Extremadura con la del país, y ha asegurado que a nivel nacional existe un "gran déficit", ya que "según los datos que ofrece el MARM" en España el valor es de 6,39 hectáreas globales por habitante, "más del doble que en Extremadura".

Asimismo, la biocapacidad española es de "únicamente" 2,43 hectáreas globales por habitante, frente a las 6,08 hectáreas extremeñas, "mucho menos de la mitad" de la capacidad por habitante que tiene Extremadura.

A nivel mundial, en 2007 la huella ecológica era de 2,7 hectáreas globales por habitante, con una biocapacidad de 1,8 hectáreas globales por habitante, por lo que, a juicio del consejero, "se necesitaría un planeta y medio para satisfacer las necesidades mundiales".

"En general, los países con mayor PIB per cápita tienen también una mayor huella ecológica, pero esto no es algo que se cumpla siempre. Hay países como Austria, Suiza o Japón que tienen significativamente un PIB per cápita mayor que España y en cambio tienen una menor huella ecológica, por tanto, es posible hacer compatible más desarrollo con menor huella ecológica", sostiene Navarro.