La amniocentesis es temida porque hace que una de cada 100 mujeres, aproximadamente, aborte.
Para evitarla, La Fe, el Clínico, el Peset, la Casa de la Salud, el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) y el Instituto Bernabéu de Fertilidad realizan un análisis de sangre y, durante el primer trimestre, una ecografía de alta resolución con la que los expertos estudian, entre otras cosas, el hueso de la nariz del feto. Si no está, el pequeño «tiene 175 veces más probabilidades de sufrir mongolismo», según Fernando Bonilla, jefe de
Ginecología del Clínico.
La prueba, combinada con el análisis, tiene un 90% de fiabilidad pero no es concluyente, advierte José Bellver, de la Unidad de Reproducción y Medicina Materno-Fetal del IVI.
Las mujeres a las que les sale mal (2 de cada 10) deben hacerse la punción para confirmar el diagnóstico al 100%. Ahora bien, la amniocentesis no es necesaria para las ocho restantes, aunque sean mayores de 35 años, porque la ecografía es suficientemente reveladora. Antes de que se generalizara el estudio de la ecografía, sí se la hacían, con el riesgo de aborto que comportaba.
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