El objetivo, según Espí, es que en dos o tres años, sólo el 10% de los trabajadores de la Arrixaca fumen (ahora lo hacen el 25% de los 4.000 que hay).
Espí atiende al personal del hospital y a los enfermos ingresados que, por su tratamiento, están obligados a dejar el tabaco. La suya es una terapia psicológica y farmacológica. Con este último aspecto, se pretende eliminar el mono, la dependencia física del tabaco. Con el componente psicológico, se intenta hacer ver al paciente qué efectos tiene fumar y cambiar los hábitos que le incitan al consumo del tabaco.
El doctor Espí dice que hace falta un año para dejarlo, y que entre un 50 y un 60% lo consigue al final del tratamiento.
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