Un erial sin movimiento, con naves desiertas y, a veces, serios problemas de seguridad y deterioro. Los polígonos industriales, las mejores zonas para medir el pulso económico de la comunidad de Madrid, andan de capa caída desde el inicio de la recesión. Madrid tiene en la actualidad un 14,1% de su suelo industrial vacío: 868.741 metros cuadrados, una sexta parte del total, lo que representa 15,8% más que hace un año, según un estudio de la consultora Jones Long LaSalle.

"Esto revela la mala situación por la que atraviesa el sector, el cual sigue en mínimos. Actualmente no hay pensado ni un solo proyecto nuevo de suelo, y 2011 sigue la misma tónica", asegura Guillermo García, director del área logística de LaSalle. Como muestra, un dato: Más de cien empresas de la región dedicadas a la fabricación de productos metálicos (el sector industrial con mayor número de sociedades) han cerrado con la crisis, al pasar de 4.499 en 2008 a menos de 4.400 en 2010, según datos del INE.

La comunidad cuenta ahora mismo con unos 320 polígonos industriales en su territorio, el 70% ubicados en el Corredor del Henares y la zona sur (datos de la Cámara de Comercio), y a la mayoría les está costando un mundo  renovar sus locales, especialmente los de la tercera corona, la más alejada del centro, donde se ubican más de la mitad de las naves disponibles, según revela el mismo informe.

Son precisamente estos polígonos,  viejos y obsoletos, los que registran mayores problemas de "seguridad y marginalidad", afirma Paloma Sobrini, decana del Colegio de Arquitectos. Un ejemplo reciente de esto es el del restaurante La Joya, situado en el polígono Coto Cisneros de Arganda del Rey, el cual ha sufrido hasta cinco robos durante este mes. La Guardia Civil se justifica asegurando que los difíciles accesos a la zona y su escasa actividad dificultan mucho las labores de vigilancia.

Pero los problemas no se quedan solo en el extrarradio: "Se pueden encontrar multitud de polígonos degradados en la misma capital, como en Méndez Álvaro, donde hace años se empezó a aplicar un política de saneamiento que quedó a medias con la crisis", puntualiza Paloma Sobrini.

Otros polígonos que están pasando por serias dificultades son los de La Resina (Villaverde), Aguacate (Carabanchel), Herrera Oria (Fuencarral) o Las Mercedes (San Blas), en los que el Ayuntamiento comenzó hace poco un plan de reforma, aunque sin mucho éxito. Por su parte, en Colonia Marconi (Villaverde) son de sobra conocidas las protestas vecinales que ocasiona la prostitución, la cual ha vuelto a revitalizarse estos últimos meses.

Pese a todo, en las zonas prime, donde la tasa de ocupación sigue siendo muy alta (por encima del 90%), también hay dificultades para mover sus naves,: "Estos últimos meses han cerrado 17 sociedades", asegura una portavoz de la Asociación de Industriales de Villa de Vallecas. Por otro lado, en Cobo Calleja (Fuenlabrada), "últimamente solo se ven carteles de 'se alquila', lo nunca visto desde que estoy aquí", confiesa un trabajador de la zona.

El polígono Acuacate (Carabanchel) tiene decenas de naves industriales vacías. Un paseo por este polígono puede dar una idea aproximada de como se encuentra el sector industrial en la región. Decenas de naves vacías, muchas de ellas con varios miles de metros cuadrados de extensión, cientos de carteles de "se vende" o "se alquila", calles abandonadas sin rastro de trabajadores... "ese edificio de ahí lleva vacío desde que nos instalamos aquí, hace ya tres años", explica Sonia, una administrativa con la que nos topamos a las salida de la oficina. "Yo creo que debe ser por la zona. Pocas empresas quieren venir. Resulta duro decirlo, pero Carabanchel tiene mala fama hasta en Canarias, que es de donde vengo", confiesa a 20 minutos.

"De todas formas esto no es nuevo. Te lo digo yo que llevo viviendo aquí al lado toda la vida. Este polígono siempre ha tenido problemas. Para empezar, no hay ni transporte público", explica un compañero de Sonia. Y no solo transporte... también seguridad: "A mí en lo que va de año ya me han robado dos veces», asegura el dueño de un local de repuestos de automóvil, "claro que tampoco había nada que llevarse", apostilla.