Además, dice el juez, «no puede olvidarse que la víctima contribuyó de manera importante en el desgraciado y fatal desenlace que acabó con su vida».
Los hechos sucedieron en 2001, cuando la víctima fue a la biblioteca donde trabajaba su ex novia. Le dijo que se había tomado amoníaco para suicidarse. Entonces, la joven avisó a la Policía.
Mientras el chico estaba hablando con el actual novio de la joven, llegaron dos policías que intentaron convencerlo de que fuera al hospital. El chico sacó el arma y disparó (la pistola era detonadora, no de fuego). Entraron más policías y la víctima tiroteó a uno de ellos. Sus compañeros, ante el peligro, dispararon al chico que murió posteriormente.
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